Mi nombre es Luis Véliz y soy padre de Rafa Véliz, una niña que nació el 1 de noviembre del 2019, en medio de un parto lleno de negligencias y que le dejo graves secuelas. 

Con Laura nos preparamos mucho para tener un embarazo en buenas condiciones. Hicimos todo lo que recomendaban los especialistas. El ginecólogo, Jaime Roa Burgos, sabía todos los detalles del parto. Nos dijo que lo mejor era un parto natural, pero que, si había problemas, iba a hacer una cesárea. 

Nunca olvidaré ese día. Desde el principio empezó todo mal. Mi hija venía en una posición mirando de frente al canal de parto. Había que realizar una cesárea de emergencia o posicionarla bien. El médico la empezó a rotar manualmente pero no lo logró. Según testigos, debió hacer la cesárea. Nosotros se lo pedimos antes pero no hizo caso. Cuando llevaron a Laura al pabellón uso el fórceps y le produjo a Rafa una fractura craneal múltiple y un infarto cerebral. Mi hija venía sin latidos y con la cabeza destrozada. Sobrevivió de milagro. 

En este proceso hubo una doctora que revivió a mi hija. Pidió tres veces realizar una cesárea, pero el tipo se negó. Hay que decir, además, que el fórceps es una maniobra extremadamente violenta y prohibida en muchos países.  

Al día siguiente interpusimos una querella en contra de Jaime Roa y la Clínica Dávila. Nosotros apuntamos a un cuasidelito de lesiones graves con dolo eventual. El doctor pudo cambiar el destino de mi hija y no lo hizo. Tenía todas las condiciones para salvarla. 

La clínica intentó tapar la negligencia. Conversaron con nosotros para hacernos creer que todo había sido fortuito. Fue la doctora Marcela Díaz, presente en el parto, quien nos advirtió que estaban manipulando todo.

Hemos vivido un infierno. Rafa tiene una parálisis cerebral severa y ceguera. No puede realizar ningún movimiento sin ser asistida. Tenemos que ayudarle a comer. Es una persona que va a necesitar asistencia para toda su vida.  

Todo esto ha sido tan duro que me he tenido que despedir de ella tres veces por riesgo inminente de muerte.  

Lo que perseguimos es que se haga justicia. Sentimos que están normalizadas las negligencias médicas. Muchos padres prefieren seguir en silencio antes que denunciar a doctores que tienen redes de protección muy grandes. Queremos romper esa barrera. Que la gente sienta que hay posibilidad de justicia. 

Desde que nos querellamos casi no hemos obtenido resultado. Esto es descabellado. Tenemos todos los antecedentes, peritajes privados y una testigo que estuvo dentro del parto. Aun así, el juicio ha sido extremadamente lento. Dos años de proceso en que el Servicio Médico Legal aún no entrega sus peritajes y este doctor recién está formalizado. Es por eso que queremos preguntarle a nuestras autoridades y representantes políticos: ¿Por qué los procesos judiciales son tan lentos en nuestro país? 

Necesitamos el apoyo de todos y todas. Si conseguimos 250 apoyos, esta pregunta llegará a nuestros representantes políticos y nos tendrán que dar una respuesta en Osoigo.  ¡Comparte, firma y difunde!