Pregunta para Congreso de los diputados

Nuestros hijos/as son dependientes y nosotras sus cuidadoras 365/24/7 sin descanso. ¿Por qué nos quitan la prestación de cuidados en el entorno del hogar si van a un centro de día? Sin nosotras, el sistema de Cuidados no se sostendría

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Dependencia, es la palabra que nos acompaña en nuestra realidad y que esconde detrás de si otro término: cuidar. Cuidar a la persona que más queremos en el mundo, siendo su voz, su mente, sus brazos y sus piernas, es por lo que nos hemos convertido en su cuidadora principal, un trabajo por el que se satisfacen sus necesidades básicas de la vida diaria, incluyendo tareas médicas, físicas, emocionales y administrativas. 

En cifras, somos las grandes olvidadas. Un 93,7% de las cuidadoras, por ser en su mayoría mujeres, cuida entre 2 y 30 años, siendo, por tanto, cuidados de larga duración. El 68% lo hace día y de noche, y siempre sin descanso. Nuestra demanda es 24x7x365. En la mayoría de los casos nos obliga, también al abandono de los proyectos personales y profesionales, lo cual nos condena, a su vez a la pobreza. 

Con estos datos, no podemos permitir que nos arrebaten la Prestación Económica para Cuidados en el Entorno Familiar (PECEF) porque nuestros hijo/as dependientes acudan unas horas a un centro de día. Cuando vuelven a casa no hacen sus cosas por sí mismos, seguimos alimentándoles, aseándoles, cubriendo sus necesidades en todos los ámbitos el resto del día y la noche. Para colmo, esta ayuda monetaria no es para nuestros caprichos, sino para cubrir el alto coste de sus necesidades, que son para mejorar su bienestar y su salud, así como para que coticemos a la seguridad social por los cuidados que realizamos, aunque no percibamos ninguna remuneración por dicha labor. 

Por este motivo es por el que lanzamos esta petición. Para pedir, que en todo el territorio nacional y en igualdad de condiciones, sea compatible el seguir recibiendo la PECEF aunque ellos/as acudan a un centro de día. Que es la misma situación que ocurre cuando están escolarizados. Su negación, deja a las cuidadoras y a las familias en una situación más vulnerable aún. 

Es decir, parece que estemos mendigando los pocos recursos que nos pertenecen por derecho, y a los que sin embargo, habría que añadir otros muchos para paliar la carga física, emocional, económica y social que implica el ser cuidadora. Está claro que somos una forma encubierta de esclavitud moderna, consentida socialmente, que es el auténtico sostén del estado de bienestar para las personas dependientes pero sin el reconocimiento oficial y económico del pilar en que se asienta: las cuidadoras.

No podemos seguir así, solas, sin apoyos, porque no tenemos condiciones de vida dignas, nuestra salud mental se ve vulnerada y con ello, la calidad de los cuidados que dispensamos. Somos mujeres con el poder transformador de convertir el dolor en amor, pero tenemos un límite: “Ya no podemos más”.

Necesitamos protección, ser escuchadas, que se nos tenga en cuenta a la hora de tomar decisiones legislativas sobre este tema. Queremos cambiar nuestra situación y con ellas, también, las condiciones de nuestros familiares dependientes ¿nos ayudas a conseguirlo con tu apoyo y difusión a esta petición?

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