Pregunta para Congreso de los diputados

La posibilidad de encontrar un donante de médula compatible es de 1 entre 4.000. No falta solidaridad, falta información. Hacerse donante es sencillo, y salvar una vida no tiene precio

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Me llamo Mar y soy la mamá de Victoria. En 2022, cuando mi hija tenía apenas tres años, le aparecieron unas petequias bajo un ojo. Justo por esos días teníamos cita para la vacuna que le correspondía por edad. Aproveché para comentárselo a la enfermera, quien nos derivó al pediatra. Él decidió hacerle una analítica muy completa. Recuerdo que me dijo: “Si este fin de semana sangra o tiene fiebre, id al hospital”. No quiso decirme nada más para no asustarme, pero algo en su actitud me pareció extraño.

El lunes, al revisar los resultados, vi en su mirada que había algo más. Fui yo quien le preguntó directamente qué ocurría. Con muchísimo tacto me explicó que, entre los posibles diagnósticos, existía la posibilidad de que Victoria padeciera leucemia. Salí de la consulta con el corazón encogido, temiendo lo peor. Al día siguiente me llamó para que acudiéramos de nuevo al centro. Allí nos confirmó el diagnóstico: Victoria tenía leucemia y debíamos ir al hospital de inmediato.

Ingresamos y comenzó la quimioterapia. Para nuestra sorpresa —y gracias a lo temprano que se detectó la enfermedad y a la rapidez del pediatra— Victoria respondió muy bien al tratamiento: en el primer ciclo la enfermedad remitió. Después llegaron dos años de consolidación y, en octubre de 2024, Victoria tocó la campana.

Volvió a su vida normal: el colegio, los amigos, la risa. Pasaron varias revisiones en las que todo marchaba bien. Pero en junio de este año llegó el golpe más duro: una recaída tardía. Esta vez el tratamiento era más agresivo. El 1 de julio empezó de nuevo la quimioterapia, pero su cuerpo no respondió igual. Hubo complicaciones y la enfermedad no remitió por completo.

Los médicos nos explicaron que, ahora, la mejor opción es que Victoria se someta a un trasplante de médula.

La donación de médula es un proceso anónimo y, tras comprobar que yo no soy compatible, entendimos que nuestro objetivo debía centrarse en algo más grande: lograr que aumente la lista de donantes. Solo así, más personas podrán encontrar a alguien compatible. Hoy, esa posibilidad es de apenas 1 entre 4.000.

Hoy hemos recibido una noticia que nos llena de esperanza: han aparecido dos posibles donantes compatibles para Victoria. Mañana sabremos cuál de ellos es el más adecuado y cuándo se realizaría la donación. Ojalá sea pronto.

Pero incluso si Victoria encuentra a su donante, mi lucha no termina aquí. Porque hay otros niños, otras familias, otras vidas esperando.

Por eso impulsamos esta campaña. Necesitamos que en los centros de donación se ofrezca información clara, que existan campañas reales y constantes sobre la donación de médula y que, en definitiva, aumente el conocimiento social sobre este proceso. Que nadie tenga que enfrentarse a ese “1 entre 4.000” sin que el mundo lo sepa.

Donar médula no duele, no es complicado. Lo que falta no es solidaridad: falta información. Hacerse donante es sencillo, y salvar una vida no tiene precio.

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