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Pregunta para Junta General del Principado de Asturias
Tengo tres hijos con rasgos de autismo y han tardado años en darnos los diagnósticos. ¿Cuándo van a otorgar las ayudas necesarias a las asociaciones, e implantar docentes preparados para atender a los niños con necesidades especiales en los colegios?



Me llamo Stella y tengo tres hijos de 15, 11 y 4 años; nací en España y residí durante unos años en Argentina. Desde que era pequeño, observamos cosas raras en mi hijo mayor, pasamos por muchos especialistas psicopedagogos porque no hablaba, nos decían que había que darle tiempo; siempre le daban un diagnóstico diferente al anterior; uno nos dijo que tenía rasgos de autismo, otro directamente que era limítrofe, sus palabras fueron “tu hijo es tonto, no sabe hablar”, no se puede decir eso delante de un niño, él lo entendía todo.
Cuando tenía 7 años sufrió bullying y decidimos cambiarlo de colegio, lo evaluaron nuevamente en el gabinete psicopedagógico y nos dijeron que tenía un trastorno del lenguaje expresivo, comprendía todo, pero no era capaz de expresarse ni a nivel oral ni escrito. La especialista me comentó que, como no había terminado la alfabetización, no podía evaluarlo, pero podíamos comenzar tratando los problemas que presentaba, muy similares a la dislexia.
En cuanto comenzó este tratamiento, mi niño empezó a aprender de una forma muy rápida, simplemente necesitaba que se le tratara de la forma adecuada y atendiendo a sus necesidades específicas.
Cuando nació el mediano, pudimos ver que tenía rasgos parecidos al anterior, por ejemplo, en lugar de decir “pitufos” decía “tipufos” o “cochas” en lugar de “chocas”. Lo llevamos al logopeda y comenzaron a trabajar con él, pero sin diagnóstico porque, como en el caso anterior, no estaba alfabetizado todavía.
Nació el pequeño, Aarón y regresamos a España; volvimos a observar cosas similares a las de sus hermanos y, cuando por fin conseguimos que nos atendieran, nos tuvimos que mudar a Asturias, vino la pandemia y las citas se alargaron todavía más. Las cosas empeoraron y el pequeño dejó de hablar de la noche a la mañana, las pocas palabras que decía como las clásicas, mamá, papá o agua, ya no las dijo más; de repente no emitía ni un solo sonido, principalmente cuando salíamos de casa. En Gijón iniciamos los trámites nuevamente, pero los procesos eran tan lentos… conseguimos que nos atendieran en ADANSI, lo diagnosticaron de autismo con afectación de nivel 2, que son signos principalmente de dificultad a nivel social y comunicación, pero de la atención al tratamiento, había otra larga lista de espera.
Necesitamos que en los colegios los docentes estén capacitados para atender las necesidades educativas especiales. Sé que en algunos centros de educación primaria se está trabajando mucho; por casualidades de la vida, llegamos a uno de ellos, digo casualidad porque fue cuando nos mudamos a Asturias que consulté en el colegio si tenían plaza para los mayores, al pequeño todavía no le tocaba, y luego cuando le tocó, habiendo empezado el curso de infantil de 3 años, ya casi al finalizar, es cuando recibimos su diagnóstico. Con su tutora ya habíamos comentado nuestras sospechas sobre austismo y había cambiado su enfoque en al aula, por lo cual se había empezado a integrar algo mejor. Pero esto no se da en los institutos; a mi hijo mayor le está costando, ya que al subir la exigencia a él le tomaba más tiempo organizar sus ideas de cara a expresarse y esos tiempos no los respetan los profesores del instituto, según ellos, ya es mayor. Las dificultades de aprendizaje no desaparecen mágicamente, porque salieron ya en la etapa primaria. Se debe considerar, que mientras mejor preparemos a estos niños, mejor les irá de adultos, porque los niños crecen, pasan de ser niños autistas o con dificultades del aprendizaje a ser adolescentes autistas o con dificultades del aprendizaje y adultos autistas o con dificultades del aprendizaje que deberán estudiar carrera o profesión y ejercerla como cualquier otra persona. Es necesario un apoyo en todas las estapas de sus vidas, no solo en la niñez. Por otra parte, los protocolos en hospitales deben estar adaptados a los pacientes; una vez ingresamos al pequeño por un falso positivo en covid y mi niño tiene selectividad alimentaria, come pocos alimentos y a su manera; se negaba a comer la comida del hospital y allí no nos dejaron ni darle sus potitos, solamente logramos colar unas galletas para que, al menos, comiera algo.
Finalmente, queremos apoyo y ayudas económicas para todas las asociaciones que ayudan a los niños con estos problemas, no pueden trabajar gratis y requieren financiarse de alguna manera para continuar con su labor.