Mi hijo, debido a padecer un trastorno psiquiátrico, necesita una mascota de apoyo emocional que lleva siempre consigo. Pero cuando viaja en tren, tiene que pagar billete como si se tratara de una mascota corriente. Y la suya no lo es. Además, lleva siempre una acreditación de un psicólogo clínico que certifica la necesidad de esa compañía por razones terapéuticas.

Al igual que los perros guía y de asistencia pueden viajar sin costo económico en los trenes, solicito, en nombre de mi hijo y en el de las personas que se encuentran en la misma situación, tengan a bien contemplar estos casos en su normativa.

Según las propias normas de RENFE  los animales deberán cumplir "las condiciones higiénico-sanitarias y de seguridad, y disponer de la documentación conforme a la legislación vigente", lo que en este caso se corresponde con las mascotas de apoyo emocional.

Asimismo, rogaría que la norma se hiciera extensible a los autocares de enlace que pone RENFE, como es el caso del AVE a Granada. Una noche se quedó mi hijo plantado en mitad de la dársena pues el conductor no le permitió subir a él con su mascota.

Añadiré que el animal de apoyo de mi hijo es una cobaya que viaja siempre en su transportín y la sitúa debajo del asiento, por lo que no ocupa lugar ni molesta al resto de pasajeros.

Creo que es de justicia que también las personas que padecen algún tipo de discapacidad mental puedan ser tratadas en este aspecto como las personas que sufren una discapacidad física.