Pregunta para Parlamento de Catalunya

Sufrí abuso sexual en la infancia y lo denuncié a los 42 años, pero el delito prescribió. ¿Por qué estos tipos de delito siguen prescribiendo cuando las secuelas que dejan son para toda la vida?

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Me llamo Núria, soy de Dosrius (Barcelona) y tengo 53 años. Fui víctima de abusos sexuales continuados de los cinco a los nueve años. Fue por parte de la directora de la escuela, que era una monja. Después de este período, empecé a sufrir acoso y malos tratos por parte de la misma persona, y terminé el colegio recordando solo esta última etapa, había borrado de mi memoria los abusos que había sufrido.

Con 42 años, cuando yo pensaba que era feliz, empecé a recordarlo todo. En aquel momento empecé un tratamiento psicológico, estuve ocho meses de baja laboral, un año y nueve meses con tratamiento psicológico y denuncié a mi abusadora. Fue todo un proceso que necesitaba para sanar el dolor que tenía.

Pensaba que ya lo había hecho todo para sanarme completamente. Sin embargo, en pleno confinamiento, 10 años después de todo aquel proceso, me di cuenta de que necesitaba dar un paso más y decidí escribir un libro donde todavía tenía cosas por decir. Titulado Gea: Entre el vicio y la virtud y publicado el julio del año pasado, este libro fue mi forma de completar del todo el proceso de sanación.

Por supuesto, sigue habiendo mucho trabajo por hacer, y tengo pendiente hacer mucha difusión del libro para concienciar a la sociedad, dando charlas en ayuntamientos y colegios de la zona. También he dado a conocer el libro a diferentes colegios religiosos, entre ellos al que fui yo, porque me parece absolutamente necesario que la Iglesia lo lea.

No es que quiera hacer ruido, pero sí quiero que nos escuchen. Por desgracia, somos muchísimas las personas que hemos sufrido abuso sexual infantil y que hemos necesitado muchos años para expresar el dolor que sentimos. Lo peor de todo es que muchas víctimas han pasado a ser abusadores o abusadoras, y si no paramos este círculo, seguiremos haciéndonos daño.

Aunque puedo decir que 47 años más tarde he logrado sanarme, es algo que vivirá conmigo siempre. Muestra de ello es la fibromialgia y el síndrome de colon irritable que padezco a raíz de los eventos traumáticos vividos. Es por eso que no puedo entender por qué los crímenes por abuso sexual infantil siguen prescribiendo.

Denuncié a mi abusadora a los 42 años, pero la justicia me dijo que ya había tenido tiempo de sobra para denunciarlo, como si hubiera tenido tiempo suficiente para superarlo. Es verdad que lo olvidé durante muchos años, pero fue un mecanismo de defensa para seguir viviendo, no significa que lo superara. De hecho, cuando lo recordé todo, fue como si volviera a ser aquella niña pequeña, como si volviera a sufrirlo todo de nuevo.

Llegar a aceptar lo que hemos sufrido conlleva un proceso muy duro que a veces puede tardar décadas. El sentimiento de culpa y vergüenza, de que nos lo merecíamos o de que nos lo habíamos buscado, hace que sea aún más difícil reconocerlo y sacarlo a la luz.

Recientemente ha habido una modificación de la ley por la que el tiempo para que el delito prescriba es más largo, pero ¿qué pasa con todas las personas que, como yo, hemos hablado a los 40 o incluso a los 50 años? Para mí fue muy doloroso saber que mi abusadora falleció rodeada de su familia y en paz, cuando yo tendré que convivir con mis secuelas durante el resto de mi vida.

Ante esto, quiero dirigirme a los miembros del Parlament de Catalunya, ya que soy de Catalunya y son mis representantes en dicha cámara, para que los delitos por abuso sexual infantil no prescriban nunca, por mucho tiempo que haya pasado.

Se está trabajando mucho en la prevención del abuso sexual desde las escuelas, ofreciendo más formación tanto a profesores y padres como a los alumnos, lo que me parece totalmente necesario. Sin embargo, también es importante acompañar a las personas adultas que han sido víctimas y ayudarles a cerrar sus heridas. Esta es mi lucha y seguiré luchando todo lo que pueda.

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