Mi nombre es Claudia, soy de Galicia y desde hace años lucho para que las personas con diversidad funcional podamos tener una buena accesibilidad y libertad de movimiento.

Hace 11 años tuve un infarto medular de origen desconocido. Un día estornudé, y a las dos horas ya no andaba. Fui al hospital y me hicieron muchas pruebas, pero nadie encontraba el origen de ello. A día de hoy seguimos sin conocer el origen exacto.

Antes de ello estaba estudiando turismo, y al recuperarme retomé mis estudios. Tenía que depender de mis familiares para ir a la Universidad de Santiago de Compostela, y era imposible aparcar porque no había plazas adaptadas. Me di cuenta de que lo que antes no me cuestionaba, ahora podía suponer todo un reto para mí. 

Por este motivo, hace un par de años abrí un perfil en Instagram @enbuscadelaccesibilidad, donde cada vez que voy a un lugar hago una reseña sobre la adaptabilidad del sitio. De esta forma, informo a las personas con discapacidad de si ese sitio está realmente adaptado, y a la vez ayudo a concienciar a las que no la tienen para que vean el mundo a través de nuestros ojos.

En Diciembre de 2014, la Xunta de Galicia aprobó la Ley 10/2014 de accesibilidad, con la finalidad de garantizar la accesibilidad y supresión de barreras de todas las personas con movilidad reducida, con el fin de mejorar su calidad de vida. Esta ley queda muy bien sobre el papel, pero la realidad es que me encuentro con un sinfín de obstáculos y problemas que, según ella, no deberían de existir. 

Las personas con movilidad reducida nos enfrentamos a retos contantemente en nuestro día a día. Por ejemplo, en mi pueblo no contamos con un trasporte público adaptado para ir a Santiago de Compostela, la ciudad más cercana que tenemos. O cuentas con transporte privado y alguien que te lleve, o no puedes ir a la ciudad, y esto te resta libertad. Además, muchas de las playas de la Comunidad de Galicia no están adaptadas, no disponen de baño ni de rampas, por lo que no puedo disfrutar de ellas sin tener obstáculos. 

Una de las mayores dificultades con las que me encuentro a día de hoy es el problema de la vivienda. Las personas como yo estamos relegadas a vivir en residencias, porque no hay viviendas adaptadas a nuestras necesidades. En todo el pueblo, solo hay uno o dos edificios adaptados a las personas con movilidad reducida, lo que nos produce una enorme dificultad para encontrar una vivienda digna. Creo que es fundamental que todos los edificios estén adaptados a las personas con movilidad reducida. 

La Ley 10/2014 no se cumple en absoluto, y para nosotros ello supone consecuencias directas en nuestra vida diaria. Considero que a día de hoy deberíamos de contar con una sociedad inclusiva y adaptada, que nos garantice una buena calidad de vida. Cuando tu entorno está adaptado, te olvidas de tu discapacidad. 

Por este motivo, siendo de Galicia, me dirijo a los políticos de la Xunta de Galicia para que tengan en cuenta esta realidad, y se comprometan a cumplir la Ley 10/2014.