Pregunta para Congreso de los diputados

Necesitamos investigación en tratamientos que inhiban la agresividad de la quimio. ¿Cuándo se trabajará en ello?

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Hola a todos, 

Siempre me dijeron que era, a medias tintas, “afortunada” por haber sido diagnosticada en Salamanca, mi ciudad. La mejor ciudad de España para superar el tipo de cáncer hematológico que me habían diagnosticado. Y sí, me estaban diagnosticando cáncer y tanto los médicos como yo parecíamos estar celebrando la noticia. Paradójico, ¿no?

Soy Magdalena y en marzo de este año me diagnosticaron un linfoma de Hodgkin. Yo tenía miedo, porque cualquier otro diagnóstico oncológico habría sido más desfavorable, pero el linfoma de Hodgkin es tratado por profesionales especializados en Salamanca, referencia a nivel internacional. Es un tipo de cáncer que se cura y a los que los números y las estadísticas le sonríen a menudo. De ahí mi “alegría” post-diagnóstico. 

A los 28 años, el cáncer irrumpe en tu vida y te lo tienes que tomar con optimismo y naturalidad, o al menos esa fue la decisión que yo decidí tomar y que creo que me ha ayudado enormemente. También por el equipo médico que me acompañó desde el primer momento. Sabía que mi vida estaba en manos de profesionales que sabían a qué se enfrentando, siempre me han cuidado y eso me ha ayudado a afrontarlo con tal naturalidad. 

Sin embargo, como todo paciente oncológico, el cáncer no es un camino de rosas. La quimioterapia te cura, sí, pero también te destroza en el camino. Recibí sesiones de quimioterapia durante 5 meses y me acompañaron los vómitos, el cansancio extremo y los dolores corporales. Necesitamos más investigación en tratamientos que inhiban los efectos secundarios de la quimioterapia. 

Al igual que tuve que enfrentarme a una situación que pocas veces se expone cuando te diagnostican cáncer. Yo fumaba cuando me detectaron el linfoma de Hodgkin, y al iniciar la quimio me recomendaron encarecidamente dejarlo. Pero, ¿cómo hacerlo? No todas las personas disponen de la fuerza de voluntad suficiente para hacerlo. Lo tienes que dejar, pero por tus propios medios. Y mi cabeza en esa situación en lo último que pensaba era en dejar de fumar. ¿Por qué no disponemos de guías profesionales con este propósito?

Por lo demás, no puedo tener queja. La Sanidad me ha tratado bien, a pesar de los pequeños baches iniciales y un par de tropiezos en los primeros diagnósticos. Siempre seré partidaria de que la gente tiene que aprender, pero también demandaría una supervisión reglada ante cualquier irregularidad. 

Y mi familia y conocidos me han tratado incluso mejor. La etapa posterior al tratamiento y la enfermedad es dura, superior incluso al propio tratamiento. El miedo y el cansancio se quedan ahí, patentes, en lo más profundo de tu ser, amenazando con volver a acechar. Gestionarlo no es fácil pero intentarlo es ya un paso enorme. 

Desde aquí y antes de despedirme quiero recordar la petición y reivindicación que me ha traído hasta aquí. Necesitamos más investigación en tratamientos que inhiban los efectos secundarios de la quimioterapia. Por eso, quiero extender mi reivindicación a nuestros representantes políticos en el Congreso de los Diputados: ¿Qué pueden hacer al respecto?

Y a vosotros lectores, familiares, amigos y conocidos, os pido que apoyéis y firméis esta campaña. ¿Me ayudáis a hacerlo llegar lejos? 

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