Me llamo Lucía, tengo 33 años y estoy en fase de remisión tras haber padecido una leucemia linfoblástica aguda.

En enero del 2020 empecé a encontrarme mal. Tenía aftas en la boca que me dificultaban comer, beber e incluso hablar. Acudí a mi médico de cabecera, que consideró que estos síntomas podían estar provocados por estrés.

En marzo de 2020 nos confinaron y mi estado empeoró. Cada vez me salían más heridas en la boca y empecé a tener fiebre. Llamé a mi médico de cabecera, ya que en ese momento no se daban citas presenciales, pero al no presentar síntomas de COVID-19 no me prestaban atención. Me hicieron varias pruebas PCR y los resultados siempre fueron negativos.

En el mes de mayo se me inflamaron mucho las amígdalas y, de nuevo, llamé a mi médico de cabecera. Este me recetó antibióticos y me dio cita para realizarme un análisis de sangre en el mes de julio. Sin embargo, en junio decidí ir al hospital para que me revisasen bien la garganta y, una vez allí, me realizaron un análisis de sangre. Los resultados salieron alterados y me quedé ingresada. A los tres días me practicaron una punción lumbar y me diagnosticaron leucemia linfoblástica aguda.

Al día siguiente empecé un tratamiento de quimioterapia, que me tuvieron que administrar a lo largo de medio año, aproximadamente. Esta fue una época muy dura para mi, ya que los ingresos eran de casi dos meses, en los que tenía que estar completamente aislada. En febrero me realizaron un trasplante de médula y ahora estoy en fase de remisión.

Las analíticas van saliendo bien y, por suerte, los tratamientos a los que he estado sometida han ido funcionando. En cambio, desde que me detectaron el cáncer me he sentido desatendida en muchos aspectos, pues tardaron varios meses en realizarme un análisis de sangre y en ningún momento he recibido la ayuda psicológica que considero que se debe prestar a una persona que padece esta enfermedad. Asimismo, considero necesario aumentar la información necesaria para donar médula; e incrementar las ayudas económicas a pacientes oncológicos, ya que la reinserción en el mercado laboral tras superar esta enfermedad es muy complicada.

Por ello, pido a los políticos del Parlamento de Galicia que destinen más recursos a la investigación contra el cáncer, de cara a conseguir un diagnóstico precoz, una mejor atención y mayor disponibilidad de información.