Pregunta para Congreso de la República del Perú
¿Qué estamos haciendo para proteger a las madres solteras con hijos en situación vulnerable que buscan un trato justo?
Mi nombre es Kely Avila. Soy madre de David, un niño precioso de 2 años, y juntos hemos podido superar los grandes retos que se nos han presentado.
Cuando estuve embarazada de David, todo fue de maravilla, sin ninguna dificultad. Di a luz en un centro materno en Ancón, mi localidad. Cuando salimos estaba todo bien, me miraba, se reía. Incluso en los papeles del alta indicaban que no tenía ningún diagnóstico desfavorable.
Al tercer día de estar en casa, David se pone muy mal y su piel toma un color amarillo muy fuerte. Preocupada, lo lleve al centro materno, pero ahí me dijeron que no le pasaba nada y que solo me enfocara en darle de lactar. Yo confié y me lo llevé a la casa, estuvo conmigo toda esa tarde del tercer día.
Para el día 4, mi hijo no paraba de llorar, estaba con fiebre y todo su cuerpo estaba empapado. Lo llevamos de emergencia a un centro médico y el doctor me dijo que estaba haciendo un cuadro de ictericia y que debíamos derivarlo a un hospital más grande. En la ambulancia de camino fueron buscando la historia médica de mi hijo y es entonces cuando se dan cuenta que el tipo de sangre de mi hijo era diferente al mío, lo que significa que al darle de lactar había hecho un cuadro de elevación de la bilirrubina en su organismo, provocando la ictericia. Llegamos al hospital y David seguía con una fiebre atroz, me dijeron que lo iban a bañar y lo iban a ingresar a UCI. A las 6 p.m. de ese mismo día me dicen que mi hijo había convulsionado. Que sus brazos se habían sacudido y habían quedado en una sola posición.
Como yo no lo podía ver, creí que no era tan grave. Sin embargo, cuando al fin pudimos ser referidos a un hospital de Lima, los médicos me indicaron que lo podían haber sedado para que no convulsionara y también que pudieron hacerle un intercambio de sangre para que no se dañe el cerebro.
Por su condición, me dijeron que tenía que hacerle estudios de audiometría y de potenciales evocados para descartar una posible sordera. Hoy en día David tiene hipoacusia profunda. Ha perdido el 50% de su audición de ambos oídos. Gracias a una ONG pudimos conseguir los audífonos que necesitaba, pero yo tengo que hacerme cargo del mantenimiento y otros gastos que implica cuidar a mi David.
Desde que nació David ha sido víctima de negligencias. Si en un momento no denuncie es porque como madre soltera tengo que dedicar todos mis recursos en darle lo mejor a mi hijo. Las doctoras me veían y me incitaban a no hacerlo, me decían que eso iba a tomar mucho tiempo y dinero, y en ese momento yo solo tenía 19 años. Pero ahora también veo que debo luchar por mi hijo.
Por la condición de Dvaid, yo no puedo dedicarme enteramente a trabajar. He sido abandonada por un Estado que también se hace de la vista gorda con lo que le pasa a mi hijo. Ya son dos meses que llevo tratando de llevar el sustento a mi hogar sin apoyo de ninguna autoridad ni programa.
¿Cuántas madres solteras como yo están viviendo este martirio? ¿Cuántas serían capaces de hacer todo por sus hijos e hijas?
Hoy, quiero pedir su ayuda para poder llevar mi caso a las autoridades y que vean la situación en la que nos encontramos las madres solteras en situación vulnerable. Lo único que estamos buscando es poder ayudar a nuestras familias, pero esto será imposible si no se reconoce el trabajo y sacrificio que hacemos.
Para colaborar con esta campaña que hemos iniciado con Osoigo Perú solo tienes que hacer click en “APOYAR”, llenar el formulario o firmar con tu cuenta de Facebook. Si logramos reunir 300 firmas, nuestra petición tendrá que ser escuchada y respondida a través de esta plataforma. ¡Ayúdame a encontrar justicia!