Mi nombre es Julio Portocarrero y vivo en una zona rural del Distrito de Buenaventura, Valle del Cauca. Cuando era niño soñaba en grande, pero tuve que salir de mi territorio desplazado por la violencia y entonces, tomé la decisión de estudiar sociología, siempre pensando en mi pueblo, en la niñez, en las madres cabeza de hogar y esos adultos mayores que tanto necesitan de nosotros. Esa fue mi fuerza para seguir luchando y, cuando me gradué y regresé a mi pueblo, vi todas las cosas bonitas que el conflicto había roto, entre esto el arte y la cultura. Veía a todos los niños de la comunidad que necesitan una oportunidad para cambiar sus vidas, una oportunidad para seguir viviendo en su territorio, pero con garantías y dignidad.  ASORVICA - RESVIDARES, la Asociación de Víctimas Rurales del Calima Resiliencia Vida y Resistencia, trabaja por esto. 

A mí nadie me quita la felicidad que siento al hacer trabajo social en mi comunidad por la reconstrucción del tejido social que se ha roto por el Conflicto Armado. Los niños y niñas son el futuro de esta sociedad y tenemos que hacer todo lo posible por ayudarlos a lograr sus proyectos de vida, a pesar de las dificultades a las que se tienen que enfrentar a diario. Por ejemplo, muchos de estos niños son hijos de las niñas que fueron embarazadas a temprana edad por actores del Conflicto Armado y es muy triste ver que a muchos de estos niños les tocó acostumbrarme a la violencia. Sin embargo, eso no lo podemos permitir. Por eso todos los días trabajamos bajo cuatro líneas de acción que buscan brindar oportunidades y condiciones dignas a estos niños: arte y deporte, medioambiente y sostenibilidad, productividad, y género y participación política. 

En nuestra línea de acción de arte y cultura contamos con espacios de protección, goce y disfrute en donde tratamos de rescatar saberes étnicos tradicionales que se han perdido por el Conflicto Armado y crear entornos protectores para los niños. Queremos que la comunidad negra tenga una participación significativa en el país y la forma de empezar es por medio de procesos pedagógicos a nuestros niños. Por otro lado, con nuestra línea de medioambiente y sostenibilidad buscamos hacer frente a todas las problemáticas que tiene el territorio por su contexto: la minería ilegal, la siembra de cultivos ilícitos, la tala de árboles endémicos de nuestro territorio y las quebradas afectadas, por ejemplo. Queremos crear hábitos de protección del medioambiente y conciencia en estos niños para recuperar las zonas afectadas. Para esto tenemos actividades como un magazín informativo, semilleros y encuentros en los que inculcamos una cultura de sembrar y cuidar los árboles. 

Por otra parte, buscamos recuperar prácticas productivas propias. Cuando yo era niño tenía animales como gallinas y cerdos, pero cuando volvimos nos tocó empezar desde cero. Éramos niños que tuvimos que irnos a otras ciudades y volver a ellas años después sin ninguna garantía. El conflicto nos quitó todo y aún podemos ver las secuelas. Muchas personas no tienen oportunidades laborales en nuestra comunidad y por eso queremos trabajar en alternativas de productividad para los jóvenes. Involucramos a los niños y familias en actividades de agricultura, por ejemplo, que les sirvan como una fuente de ingresos. Por último, buscamos tratar temas de igualdad de género y participación política. En nuestras actividades las niñas empiezan a conocer su territorio y empoderarse. Empiezan a reconocer sus derechos y los de su comunidad. Queremos que se empoderen y buscamos promover el género y la inclusión de la comunidad LGBTI en el pueblo. Queremos que estos niños defiendan sus derechos y recuperen sus saberes étnicos para ser partícipes activos en el futuro de su país.  

Sin embargo, aunque busquemos ayudar a estos niños a diario, sabemos las desventajas a las que se encuentran por ser niños negros víctimas del Conflicto Armado en zonas rurales como la nuestra que no cuenta con servicios públicos. No tenemos alcantarillado, no tenemos agua potable y dependemos del agua lluvia. Están en desventaja por no tener estos accesos, estar ubicados en zona rural y ser comunidad negra. Por esto, necesitamos que el Estado adopte un enfoque diferencial y les brinde oportunidades a estos niños. Necesitamos apoyo, fortalecimiento del tejido social, recursos e instrumentos para trabajar en pro de estos niños y una forma de hacerlo es a través del arte y la cultura. Debería haber planes apoyen a nuestros niños desde el arte y la cultura y garanticen su inclusión. 

A Dios le doy gracias por darme la oportunidad de conocer niños tan talentosos con un brillo en sus ojos que dicen “queremos seguir viviendo”, pero en Buenaventura también necesitamos el apoyo del Estado y el tuyo también. Ayúdanos a proteger a nuestros niños. Solamente necesitamos 350 firmas para que los políticos del Congreso nos respondan. ¿Nos ayudas con tu firma y con la difusión de esta campaña? ¡Muchas gracias!