Soy un fiel defensor de la lengua gallega, la hablo habitualmente e incluso participo activamente en proyectos de dinamización de la misma. Siempre me ha parecido una lengua propicia para la creación literaria, teatral o cualquier ámbito cultural, no sólo por ser un bien activo que tenemos en Galicia, sino por su sonoridad y todo el vocabulario único que posee.

Entiendo que deberíamos llevar a cabo muchas acciones para eliminar prejuicios con el idioma y, sobre todo, evitar utilizar la lengua como una herramienta de opresión, de confrontación o con la que politiquear. Como sabrás, en Galicia, los nacionalistas siempre han alzado la bandera de la lengua y se han "adueñado" de ella casi dándo a entender que son los únicos legitimados a utilizarla. Esto es vergonzoso y no lo podemos consentir. En ocasiones, imponen su uso como medida de presión y mantienen un discurso nada cercano a la diversidad y el respeto. Evidentemente son sólo unos pocos pero muy ruidosos.

Creo fundamental favorecer la enseñanza de la lengua pero no mediante la imposición o las cuotas de lengua dentro de la educación. El estudiar una lengua debe partir de la libertad individual y, sobre todo, del respeto. Así, el papel de la Xunta no debería basarse en la subvención sino en políticas de dinamización mediante proyectos muy concretos que den a conocer nuestra literatura, nuestro teatro y todo aquel material humanista de interés. En la actualidad ya existen servicios como el que ofrecen las Escuelas Oficiales de Idiomas dónde, aquellas personas que lo deseen, pueden incribirse y aprender el gallego de forma reglada. Por tanto, la subvención no es la solución aunque se deberían valorar cuestiones más concretas.