Ráquira, Boyacá tiene una tradición alfarera y cerámica de más de 500 años heredada de los muiscas. Allí, en el pueblo de la cerámica, solo quedan 2 familias que han guardado la tradición de producir cerámica a pequeña escala para cocinar (cerámica utilitaria), pues la costumbre se ha perdido porque se ha desarrollado más la de cerámica ornamental con métodos industriales para hacer productos como materas y alcancías de marrano. Sin embargo, la tradición de la cerámica utilitaria (para cocinar) aún sigue viva gracias a personas como Inés Roncancio, que se vale de sus manos y los recursos que la rodean como la arcilla, los bosques, la arena y el agua que cuida y usa para producir piezas cerámicas de calidad que pinta con las piedras que encuentra en el desierto. 

Esta artesana local que continúa el legado de su abuela y tatarabuela a través de su cerámica es el tipo de personas que buscamos apoyar en El Campo Asumerced donde conectamos el campo y la ciudad a través de los mejores productos campesinos. Con nuestra pasta de tomate ahumada, mayonesa de cilantro, ghee, mermeladas de agraz, aromáticas de frutas deshidratadas, ají, café y cebollitas encurtidas, entre otros,  invitamos a los colombianos a reconocer, probar, valorar y apoyar la cultura campesina porque queremos, que al igual que nosotros, entiendan que el campo colombiano está lleno de tradiciones ancestrales únicas y valiosas que resultan en productos artesanales hechos con mucho amor.

Lo que empezó como pasta de tomate preparada en la cerámica de Inés Roncancio, se convirtió en un bonito proceso de aprendizaje en el que nos dimos cuenta que la cerámica como elemento de cocina es una alternativa saludable, responsable y artesanal para reemplazar los utensilios de teflón y aluminio que después de cierta temperatura empiezan a liberar sustancias tóxicas para el organismo. Gracias a la union de varios agricultores y productores campesinos construimos un catálogo de opciones de alimentación saludable producidos por una red de campesinos de diferentes regiones y localidades. Así, buscamos un comercio responsable y sostenible que impulse un impacto social positivo y cuide el medio ambiente. 

Gran parte de la comida que consumimos es cultivada en el campo, reunida en las plazas de mercado y de ahí, muchas veces es despachada para las grandes ciudades en donde se distribuye a los consumidores urbanos. No obstante, la labor de muchos campesinos pasa desapercibida. ¿Cómo es esto posible? Son ellos, los campesinos, quienes nos dan ejemplo de cómo sí se puede hacer un buen manejo de los recursos. Son ellos quienes habitan, trabajan y protegen el campo colombiano. Son ellos la herencia ancestral del cuidado y vida de la tierra. 

Son ellos quienes preservan las tradiciones y representan la diversidad cultural. Por eso todos deberíamos estar apoyando su labor consumiendo sus productos, sean alimentos campesinos o artesanías. 

Es crucial apoyar a los pequeños productores locales que se ven afectados por la industria y el comercio. En muchos casos los campesinos no tienen la capacidad de competir con grandes productores y empresas, no logran transportar y ofrecer sus productos en grandes mercados, son abusados por intermediarios o se ven segregados por políticas públicas y regulaciones que crean aún más obstáculos para su oficio. Teniendo esto en cuenta, ¿qué acciones puede desarrollar el Estado para valorar y apoyar la cultura campesina en Colombia desde diferentes regiones, tradiciones y productores? Legislativamente y políticamente se deberían estar generando dinámicas inclusivas que respalden el oficio de los pequeños y medianos agricultores. Ellos, nuestra historia y futuro, deberían ser comunidades claves en la construcción de planes de desarrollo del país. 

¿Te animas a hacer parte de la solución y no del problema? Apoya nuestra petición con tu firma, pues cuando lleguemos a 350 firmas recibiremos una respuesta de los políticos del Congreso en el portal de Osoigo. ¡Muchas gracias!

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