Me llamo Fernando soy psicólogo clínico y pericial. Mi objetivo es ayudar a las personas a alcanzar su bienestar.

Las tecnologías en sí no son un problema, sino que depende del uso y del control que adolescentes, niños y niñas tengan sobre ellas. 

De manera inmediata tienen grandes cantidades de información, y gracias a la accesibilidad hace que las tecnologías sean un tanto adictivas sobre todo en lo que se refiere a las comunicaciones y el querer tener información sobre un amigo o un conocido, buscando ese feedback rápido e inmediato.

Es raro que los niños y niñas reciban educación o formación respecto del uso adecuado de las nuevas tecnologías. Esto deriva en que actúan por intuición y hagan lo que creen que es adecuado, pudiendo potenciar características que no sean las mejores.

Por ejemplo, mientras van buscando niñas/os bailando, van viendo muchas otras cosas además de exponerse a un riesgo con otros adultos porque en las redes tienen la posibilidad de interactuar como si fueran personas mayores.

Además, la información en redes no está filtrada y no tiene clasificación por edades a menos que se le ponga un control parental al dispositivo. Eso hace que el niño o la niña pueda acceder a una información que genere conclusiones y malestares que no debiera, simplemente porque no están preparados para recibirla, por ejemplo, información sobre la belleza, sobre lo que hacen otras personas…

Hay casos en que los teléfonos son incorporados a los 10 u 11 años porque los padres los necesitan para comunicarse con sus hijos/as, pero si no se hace una gestión adecuada puede generar problemas porque al niño/a le llega esa herramienta que suele usar, inicialmente, como un dispositivo para poder jugar y luego se convierte en una herramienta de comunicación que da cierta sensación de privacidad y anonimato. 

Y ahí es precisamente donde conductas o frases que unos dicen y otro ríen generan que el agresor se crezca y, dependiendo de las características de personalidad y de los límites que el niño/a reciba por parte de los padres, puede llegar a convertirse en algo tremendamente ofensivo especialmente cuando recae sobre niños/as que tienen inseguridades y miedos más elevados.

Durante muchos el acoso ha puesto foco en la persona que lo sufría y se le pedía que se alejara para que así no hubiese problema. Ahora cada vez más se está potenciando la identificación de la conducta de acoso, el hacerla pública y notoria por parte de todo el grupo y de esta forma, en lugar de encubrir, condenen este tipo de conductas.

Al final lo digital es una extensión de lo analógico y muchos de los problemas que se van produciendo en la vida cara a cara se ven multiplicados en el mundo digital por la rapidez, inmediatez y anonimato que llevan implícitas las redes.

Indudablemente, es importante que en los colegios se forme en la gestión adecuada de la tecnología, de hecho, ya hay centros que lo están haciendo de forma activa. Es una herramienta que, al igual que otras habilidades, requiere de educación.

Al final cuanto más se les enseñe a autogestionarse y a frenar esas conductas negativas, más fácil será que ese comportamiento no les afecte y se sientan más seguros en lugar de tener la sensación de miedo por si será el siguiente en sufrir conductas de acoso.

Por ello inicio esta campaña de firmas con el objetivo de entablar diálogo con los políticos y concejales de educación de la comunidad de Madrid sobre la necesidad de educar en los colegios desde la responsabilidad y autodeterminación para que ese pequeño/a sea capaz de discernir, salirse de un grupo, saber decir no y mediar en las presiones que se pueden dar en un determinado contexto.