Pregunta para Congreso de los diputados

Soy Carol y he sufrido distonía debido al estrés. ¿Por qué no se invierten más recursos en concienciar a la sociedad de los efectos que esta afección puede llegar a provocar?

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Carol Ruiz Pregunta de Carol Ruiz

2015 es el año en el que, de una forma u otra, mi vida cambió de forma radical. Llevaba tres años y medio de mi vida dedicada a sacarme las oposiciones de tipo A y eso me pasó factura. En esa época sufría un estrés inmenso. Empecé a sufrir fobias, me costaba salir de casa…lo que culminó en una serie de movimientos involuntarios de cuello para arriba.

Con un cuadro de estrés severo diagnosticado por mi médico de cabecera, comencé a medicarme o, lo que viene siendo más realista, empastillarme. Sin embargo, los movimientos involuntarios seguían e, incluso iban a más.

Hasta entonces no había comentado a nadie mi situación, pero, con el apoyo de mis padres y de mi expareja, fui a la psiquiatra, quien me diagnosticó distonía, un trastorno del movimiento que causa movimientos musculares involuntarios. Una enfermedad sin cura y, en mi caso, de origen idiopático, que hizo que renunciar a mi vida tal y como era.

Las terapias que me administraban, a base de pastillas y de inyecciones de botox que pretendían relajar los músculos, no servían de nada. En uno de los momentos más bajos de mi experiencia con la distonía decidí recurrir al yoga y a la meditación, que han sido puntos clave en mi proceso de mejoría. Dejé todos los tratamientos que no funcionaban y me centré en la meditación, la fisioterapia, el yoga y actividades dentro del agua como únicas panaceas.

Para mí, 2016, ha sido uno de los años más importantes de mi vida. Fue el año en el que decidí romper con todo y, a pesar de mis circunstancias, tomé la decisión de viajar sola: Dejé Alicante para irme a Bali, donde pasé una temporada, una situación dura, pero que agradezco muchísimo, el haber realizado ya que me hizo más consciente de mi realidad. Sin embargo, 2017, es el año milagroso.

Ese año me rendí ante lo que la vida quería de mí, ya había hecho mucho. El dolor y el descontrol de mi cuerpo hicieron que quisiera operarme con todos los riesgos que conlleva, pero era hora de tomar el control de mi cuerpo, aunque fuese a través de una pila. Con la operación programada para julio, meses antes, me fui de concierto con unas amigas, esas que siempre han estado ahí y en todo momento se han adaptado a mi situación. Mientras disfrutábamos del concierto, cerveza en mano, una de ellas señaló lo recta que estaba, estaba casi erguida sentada en mi silla de playa. Yo aluciné, pero no lo querìa decir muy alto porque ya había tenido mejorìas de un día y luego vuelta a empezar. Esta vez fue distinto, poco a poco, fui recuperando la movilidad y, hasta ahora, que, a mis 33 años, he vuelto a ser plenamente dueña de mi propio cuerpo.

Mi historia es clave para entender los peligros del estrés. Vivimos en una sociedad acelerada que solo piensa en producir, en avanzar, en impresionar… ¿Dónde queda el disfrutar, el vivir y el que la experiencia sea tu recompensa?

Necesitamos, políticos del Congreso de los Diputados, que tomen conciencia de todo esto, que se de visibilidad a mi situación, que es la de muchas personas y que, si no se educa a la sociedad en los efectos que provoca el estrés, serán muchos más los nuevos enfermos debido a él. Que den apoyo a las familias y enfermos puesto que es un camino muy desconocido y angustioso. Y por favor que se realice más investigación puesto que en la mayoría de los casos no hay tratamientos específicos.

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