Lourdes Gutiérrez acudió al Ayuntamiento en busca de ayuda para que su puesto fuese viable pero ahora ve peligrar la continuidad de su negocio tras ocho años de trabajo. 

Narramos la noticia publicada en Diario Palentino.

«Rabia, impotencia y enfado». En estas tres palabras resume sus sentimientos Lourdes Gutiérrez, la castañera que cada invierno, desde hace ocho años, asa en su tren de los Cuatro Cantones castañas, perritos, patatas y cacahuetes para quien desee llevarse algo caliente al estómago en el frío invierno palentino.
Un estado de ánimo que tiene un culpable, el Ayuntamiento de la capital, quien no solo no ha atendido sus ruegos para hacer más fácil y viable este humilde y pequeño negocio sino que ahora le exige pagar una cantidad desorbitada -1.626 euros- tras recalcular al alza la tasa de ocupación de vía pública que puede poner en peligro la continuidad de su negocio.
Ha sido la propia Lourdes la que ha contado su historia en las redes sociales y a DP. «Hoy se vende la mitad que hace 5 años pero llevo con los mismos precios desde que empecé hace más de 8 años y eso que a mí ahora me salen cuatro veces más caros que entonces», explica en su perfil de Facebook.
Como subir sus precios no es una opción, Lourdes decidió hace más de un año plantear su situación y buscar ayuda en el Ayuntamiento. «Le expuse al alcalde, Alfonso Polanco, que el pago de las tasas -unido al del resto de deberes que afronta como autónoma que es- se me hace cuesta arriba», cuenta. 
Esta castañera reconoce que la máquina del tren -diseñada por ella misma- ocupa más y, por lo tanto, paga más que cualquier otro puesto, pero también que siempre que llegan fechas señaladas como Halloween, Carnaval o Navidad, no duda en tunearlo con disfraces y decoración para dar ambiente «y mantener viva y activa la ciudad».
Lourdes buscaba, en definitiva, un gesto que le hiciese más fácil su duro trabajo invernal. «Me dijeron que sí, que lo iban a mirar para ver cómo compensar ese esfuerzo reduciendo un poco las tasas o buscando una alternativa, como que los castañeros paguen por puesto en vez de por metros cuadrados».
Eso fue el año pasado, y cuando cuatro meses después nadie le dijo nada, decidió llamar al programa Pregúntele al alcalde, de la Cadena SER, para trasladarle directamente a Alfonso Polanco su situación. «Me dijo, con muy buenas palabras, que iba a hablar con técnicos y concejales para intentar por todos los medios solucionarlo y, de alguna manera, poder reducir el pago de las tasas», comenta.
Antes de comenzar la temporada de invierno, Lourdes Gutiérrez tramitó la solicitud al Ayuntamiento y pagó las tasas por adelantado con el mal sabor de boca de haber comprobado que todas las promesas que le había hecho se habían incumplido. 
«Desde octubre hasta diciembre habré ido al Ayuntamiento unas ocho veces, y al final alguien me propuso que pusiera la mitad de los metros cuadrados para pagar la mitad hasta que se reunieran y se cambiase la normativa, algo previsto para los primeros días de este año», detalla Lourdes. 
Ese cambio de la normativa nunca se produjo y este miércoles Lourdes Gutiérrez recibió una carta certificada del Ayuntamiento. «Pensé ingenuamente que por fin habían solucionado y aceptado mi solicitud, pero cuál fue mi sorpresa cuando leo que me exigen pagar una tasa por ocupación de vía pública no de 5 metros cuadrados como hasta ahora sino de 12».
El Ayuntamiento exigía a Lourdes no solo «una subida desproporcionada» del importe a pagar a partir de ahora por su negocio, sino también le reclamaban la diferencia desde que empezó la temporada. Una vez hechas las cuentas, unos 1.626 euros.
«Si antes ya estaba pagando demasiado, y por eso fui a pedir ayuda para poder seguir haciendo mi trabajo, imaginaros ahora», sostiene enfadada Lourdes, que reconoce que no puede seguir trabajando para pagar más en tasas que el beneficio que obtiene.
De momento, está en contacto con su abogado para presentar una alegación contra la decisión municipal, pero Lourdes cree que si no se resuelve este tema tendrá que quitar el puesto «con todo el dolor, rabia, impotencia del mundo».