Pregunta para Senado
He superado una inmunodeficiencia variable común y un Linfoma no Hodgkin gracias a un trasplante de médula ósea: ¿Por qué no se invierte en la investigación para la cura de las enfermedades que afectan a niños y para impulsar tratamientos más llevaderos?



Me llamo Ricard, tengo 24 años y vivo en Catalunya. Ya cuando era muy pequeño, mis padres se percataron de que alguna cosa no iba bien. Siempre estaba cansado y tenía pocas ganas de jugar y de hacer cosas. Me llevaron a diversos hospitales para que me hicieran pruebas. De entrada no me detectaron nada extraño, pero un día que me visité en el Centro de Atención Primaria (CAP) de mi pueblo, decidieron derivarme al Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona para que me hicieran pruebas.
Una vez allí y después de hacerme un seguido de pruebas, me diagnosticaron una inmunodeficiencia variable común; mi cuerpo no generaba defensas por si solo. Entonces empecé a tratarme con inmunoglobulinas para suplantar las defensas que no tenía. A raíz de esta enfermedad, en un tiempo, desarrollé un Linfoma no Hodgkin, un cáncer que afecta los ganglios del cuerpo. Tuve que someterme a un tratamiento de quimioterapia adaptado a mis necesidades teniendo en cuenta el contexto de enfermedad.
Conseguimos que se parara, pero a los cinco años recaí. Tuve que someterme, de nuevo, a tratamientos para frenarlo. Unos tratamientos duros y complicados. Cuando se paró de nuevo, los médicos nos dijeron que lo mejor que podíamos hacer era un trasplante de médula ósea para evitar posibles recaídas y la complicación de las mismas, ya que cada vez se desarrollaría de manera más agresiva. Así que me sometí al trasplante, que me serviría para volver a nacer limpio de inmunodeficiencia y también de linfoma. Fue un proceso complicado; recibí muchas sesiones de quimioterapia en muy poco tiempo y me puse muy débil, dejé de comer y casi no me podía ni mover. Además el aislamiento que conlleva esta práctica es, también, muy duro; tuve que pasarlo solo.
Después de recibirlo me hizo reacción, pero empecé a notar pequeñas mejorías día a día. La médula empezó a funcionar poco a poco. Actualmente todavía tomo pastillas para que mi cuerpo no rechace la médula nueva, pero en cinco meses ya hará dos años que estoy trasplantado. Mi recorrido hospitalario me ha hecho percatar de que aunque el trato en los hospitales de niños por parte de los profesionales sanitarios es excelente, tendría que ser primordial que se destinaran más fondos a la investigación del cáncer infantil y también de otras enfermedades que afectan a niños y a niñas con el fin de llegar a la curación de las mismas pero también de hacer los tratamientos más llevaderos, ya que son agresivos hasta llegar a poder provocar la muerte y dejan efectos secundarios muy severos.
Es por esto por lo que me dirijo a los políticos del Senado. No entiendo por qué con la Covid-19 se ha ido tan rápido a encontrar una solución eficaz y en cambio con el cáncer se tarda tanto a hacer avances significativos: ¿Por qué no se invierte en la investigación para la cura de las enfermedades que afectan a niños y niñas y para impulsar tratamientos más llevaderos?