Pregunta para Congreso de los diputados

Sobreviví a un condrosarcoma en el fémur izquierdo. Estaba hundida, lo sabían, y nunca vino a visitarme ni un solo psicólogo. ¿Cuándo garantizarán la investigación de este tipo de cáncer y la atención psicológica en todos los hospitales de España?

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Laura Pérez Alcolea Pregunta de Laura Pérez Alcolea

Hola a todos, 

Me llamo Laura, tengo 25 años y soy superviviente de un condrosarcoma en el fémur izquierdo. Si estoy aquí es para trasladar mi historia y ayudaros. Ayudar a todo aquel que tenga que enfrentarse a una situación similar, o que simplemente tenga que devolver un revés agresivo de la vida. 

Soy enfermera, y el segundo día después de comenzar a trabajar en Radiodiagnóstico decidí acudir a una resonancia de forma voluntaria. Cuando salí allí el panorama no era para nada alentador; me enseñaron que habían visto una pequeña masa en el fémur. De allí me mandaron a traumatología y me dijeron que simplemente se trataba de un quiste óseo aneurismático. Pedí una biopsia pero aseguraban que era muy joven para tocarlo. En aquel momento empezaron los 10 meses en los que conviví con un diagnóstico erróneo. 

Gracias a trabajar en un hospital pudimos remediarlo a tiempo, porque mis dolores no me dejaban continuar. Finalmente decidieron hacerme una biopsia, aunque yo no sabía que aquel sería el peor día de mi vida. Lejos de la tranquilidad que me suponía inicialmente poner nombre y apellidos a lo que me estaba ocurriendo, me encontré con una prueba que me provocó el mayor dolor que recordaré nunca. Me taladraron el fémur sin anestesia; mis compañeras, que habían decidido quedarse para darme ánimos, salieron horrorizadas de allí. Y, sin embargo, la muestra tomada no permitía vislumbrar nada, por lo que me mandaron a Sant Pau, en Barcelona.

En Sant Pau, afortunadamente, las biopsias se hacen con anestesista, por lo que accedí a hacérmela. Lo extraño esta vez llegó después. No me desperté de la biopsia, estuve 3 días en coma y una semana en la UCI. Me sacaron dos veces de una parada. A partir de ahí desarrollé una epilepsia y una alergia a los analgésicos locales. Y yo, paradójicamente, no parecía haberme enterado de nada. 

Cuando logré recuperarme, sabía que aquello no había hecho más que empezar. Tenía un condrosarcoma de grado II. No tenía tiempo para recibir ni quimioterapia ni radioterapia. En una semana me operaban, no quedaba otra. La operación fue bastante arriesgada, casi 7 horas en quirófano, mucha sangre pérdida y el injerto de un hueso de banco para sustituir la parte de mi fémur que estaba dañada. 

Fue demasiado para una persona que sabía que tendría que enfrentarse a realidades que no le gustaría haber vislumbrado nunca. El cáncer te acerca tanto a la muerte que le pierdes el miedo, lo único que deseas es terminar y no tener que vivir el mismo tedioso proceso. Temía perder mi pelo y mi flequillo, claras señas de identidad para mí. Tengo una cicatriz que iba de cadera a prácticamente rodilla, con lo que conlleva a nivel psicológico. Son muchos los baches a atravesar, para los que nadie nunca estaría preparado. 

Lo peor del cáncer son las secuelas. La soledad, la recuperación posterior, el foso en el que caes del que no sabes si levantarás. Necesitamos implicación institucional y muchísima investigación para menguar estas secuelas. 

La operación fue el 7 de junio de 2021. Hace poco más de un año que convivo con una eterna y dura recuperación, con dolores, con desagravios psicológicos y con un sinfín de obstáculos que no allanan el camino. Y, aun así, estoy aquí y no voy a parar. 

Durante este año he hecho un máster y ahora estoy preparando unas oposiciones. La vida sigue, no te puedes frenar. Me he preguntado muchas veces ‘por qué a mí’, pero ¿y por qué no? 

Sin embargo, el afán de levantarse y sobrevivir no exime la necesidad de reivindicar ciertas cosas que, desde mi experiencia, considero indispensables. Necesito reivindicar la falta de terapia psicológica durante el proceso. Estaba hundida, lo sabían, y nunca vino a visitarme ni un solo psicólogo. 

Y, por otro lado, solo puedo luchar para que nadie vuelva a pasar por lo que pasé yo en aquella tediosa biopsia. Necesitamos anestesistas en las biopsias de La Rioja, y con mayor motivo cuando la intervención lleva añadido un plus de agresividad, como era mi caso.

Por ello me dirijo desde aquí al Congreso de los Diputados, puesto que he tenido que ser tratada en dos Comunidades Autónomas distintas, para plantearles las siguientes cuestiones. ¿Cuándo garantizarán la atención psicológica en todos los hospitales de España? ¿Cuándo se incluirá la presencia de un anestesista en la realización de biopsias en La Rioja, nuestra comunidad?

Espero su respuesta, 

Muchas gracias. 

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