Pregunta para Congreso de los diputados

Mi hijo de 10 años se quitó la vida para dejar de ir al colegio. Necesitamos un protocolo estatal para acabar con la violencia en los centros educativos que incluya atención psicológica para las víctimas.

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Idoya Gil Vicente Pregunta de Idoya Gil Vicente

Mi hijo Alejandro de 10 años se quitó la vida el pasado mes de septiembre. Lo último que me dijo fue: “por favor, ¿puedo no ir al colegio mañana?”. Tenía problemas con una profesora que le acosaba e intimidaba delante del resto de la clase, creemos que esto fue el detonante. Necesitamos un plan estatal contra la violencia en los centros educativos que incluya atención psicológica por parte de un profesional ajeno al centro para tratar a las víctimas. 

Alejandro estaba en tratamiento por depresión desde hace meses. Habíamos pedido ayuda al colegio para que esta profesora no le diera clase, pero a pesar de que nos prometieron que así sería, este año le volvió a tocar con ella.  Aunque era un niño con Altas Capacidades y una sensibilidad extraordinaria, esta mujer le trataba como si fuera inferior al resto, le hizo retraerse y le alejó de los demás niños/as. Hizo que la estancia de Alejandro en sus clases fuera un infierno. 

La situación en casa era complicada. Me habían diagnosticado cáncer y no tenía fuerzas para cambiarle a un colegio que estuviera muy lejos de casa. Pedimos plaza en un centro cercano, pero nos la denegaron así que decidimos hablar con el director para ver si podía solventar la situación. Él mismo me pidió que no le cambiara de centro y nos aseguró que este año no la tendría, pero nos mintió.

El día que decidió acabar con su vida me preguntó si podía no ir al colegio… tres veces a lo largo de la tarde. Yo le decía: “cariño, tienes que ir”, le veía contento, hablaba de la ilusión que le hacía empezar el nuevo curso, le gustaba mucho estudiar. Solo quería no ir a clase de esa profesora que le había hecho la vida imposible.

La última vez que lo preguntó fue sobre las nueve y media de la noche. Poco después oímos un ruido fuerte. Le buscamos por toda la casa. Me asomé por si había bajado al jardín y vi su cuerpecito al fondo, tirado. Estamos destrozados. Murió horas después en el hospital por una hemorragia cerebral masiva. 

Desde el centro no se tomaron medidas, nadie nos ayudó cuando lo necesitábamos. Sabían lo que pasaba, pero nadie hizo nada. La violencia escolar no es una tontería. Iniciamos esta reivindicación para demandar:

  • Un programa estatal, que cuente con el compromiso de todos los grupos políticos, para acabar con cualquier tipo de violencia en los centros educativos. Que incluya además una atención psicológica para aquellos niños y niñas que hayan sido víctimas de abusos o acoso. Siempre tratándose de profesionales externos al centro que se coordinen con los servicios sociales y las unidades de psiquiatría y psicología del Sistema Nacional de Salud.
  • Charlas de profesionales del sector para concienciar sobre el acoso escolar. Expertos ajenos al centro.
  • Un número de teléfono en las paredes de los centros donde los niños y niñas afectados puedan llamar para inmediatamente se inicie un procedimiento de oficio.

Ningún miembro del sistema educativo debe gritar, insultar o vejar sin ser sancionado. Firma para acabar con esto de una vez por todas. Somos muchas las familias que estamos pasando por una situación similar y queremos que las instituciones nos escuchen.

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