Pregunta para Congreso de los diputados

Me llamo Carmen y lucho por la salud mental. ¿Por qué algunas personas afectadas por enfermedades mentales son despedidas de sus trabajos, quedándose sin ingresos y sin mejorar en ningún aspecto, debido a una mala gestión de la Seguridad Social?

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Hola. Me llamo Carmen, tengo 32 años y quiero dar visibilidad a la salud mental puesto que, con anterioridad, he tenido depresión y ansiedad. 

Todo comenzó cuando me cumplió un contrato en 2019, me quedé sin trabajo y sin paro porque al poco tiempo cogí otro trabajo que tuve que dejar por ansiedad. No dormía -tenía palpitaciones- y pensé que lo mejor era dejarlo, pero fue peor el remedio que la enfermedad, cayendo así en meses de depresión por causas económicas y falta de trabajo.

Al año siguiente con la pandemia, tras el confinamiento, trabajaba en una empresa a media jornada -ya estaba recuperada-. Esa media jornada de 26h eran 30h, más desplazamientos. La propia empresa vio mi estrés y ansiedad que afectaba a mi rendimiento -despistes, falta de concentración y atención- y me recomendaron cogerme la baja. Mi ansiedad era solo laboral, el resto de mi vida estaba en orden, pero aun así no me ayudaron a reducir el trabajo para cumplir mi horario, me quisieron cambiar la función -de nutricionista a promotora- y sino, me obligaban a seguir de baja, siendo esto una causa de mobbing que empeoró el cuadro. 

En 2021 sufrí ansiedad y depresión por no conseguir trabajo en 10 meses, teniendo experiencia y 30 años. Eso no se puede consentir en un país como España porque retrasaba mi búsqueda de empleo, aún más, al tener que tratarme con psiquiatría.

Este 2022, trabajando, volví a tener síntomas de ansiedad no depresivos, falta de concentración, atención, despistes, etc, que comenté a mi gerente. Él me dijo que no me estresase y que me iba a ayudar, pero cuando pedí unos días de vacaciones porque necesitaba parar y dejar de cometer errores que sabía que eran producidos por la ansiedad, no me ayudaron y caí enferma con diferentes infecciones: faringitis, Covid-19 e infección de riñón. Finalmente me despidieron. 

El problema no fue la empresa, si no los médicos que no me hacían caso. Además no me dieron ni diagnostico ni pruebas ni derivación al psiquiatra o psicólogo -que les pedía encarecidamente-, porque fuera de esas infecciones, yo tenía ansiedad. 

Tras despedirme y sin tener un diagnostico ni tratamiento, a mi médico se le ocurrió que la mejor opción era darme el alta ya que me habían despedido. Esto me llevó a un ataque de ansiedad y pánico, que acabó con la llegada del 112 y una parálisis de miembros inferiores.

No se puede consentir que haya tan poca atención medica. A los 2 meses de pedirle a mi médico una derivación a psiquiatría y no dármela, cambié de médico, pero seguía en la misma situación, por lo que tuve una fuerte discusión en la que mi irritabilidad y rabia fueron tan fuertes que decidieron, finalmente, mandarme a psiquiatría. 

Ahora, al fin, conseguí la baja y una paga por la mutua de la empresa que me despidió, además de una indemnización por despido improcedente estando de baja. Aun así no podemos consentir que los médicos y las empresas no entiendan las enfermedades mentales.

Además, no solo me ha afectado a nivel laboral, sino también a mi vida deportiva puesto que yo soy deportista profesional de voleibol y vóley-playa. Incluso, en algunas ocasiones he tenido que dejar de competir por estas afecciones. 

He tenido muchos efectos a causa de la ansiedad y el estrés, he engordado 13 kilos, tengo mucha retención hídrica, he tenido hipoglucemias, artritis reumática, inflamaciones de tendones, fatiga, ataques de ansiedad, anemia, infecciones de orina y riñón, varias amigdalitis por bajadas de defensa, así como amenorrea -ausencia de regla-. Elevación de cortisol y transaminasas en analíticas.

La sociedad no tiene una buena formación en enfermedades mentales. No se dan cuenta de que estas patologías hacen, en ocasiones, que no puedas trabajar, juzgando, por ejemplo, si te vas de vacaciones o haces mucho deporte –que, en realidad, son recomendaciones médicas-. Yo soy una persona responsable y quiero trabajar, pero no puedo hacerlo si tengo problemas con mi empresa debido a que no entienden las condiciones de mi enfermedad. 

Me siento incomprendida y poco ayudada. Al ser una afección psicológica, parece que nos tenemos que justificar constantemente y, aun así, hay personas que piensan que todo es un teatro. Yo soy una persona adulta y responsable, pero esta enfermedad mental, llamada ansiedad, no está reconocida ni bien tratada. Hace falta empatía por parte de todo el mundo. 

Por todo lo plasmado, lanzo la siguiente petición al Congreso de los Diputados para que haya más visibilidad e investigación para todas las afecciones desembocadas de la salud mental. 

Necesitamos que haya más atención en la sanidad pública y una correcta derivación a los especialistas. Estamos hablando de una de las primeras causas de muerte – el suicidio-, Y NO ES EGOISMO. Todo el mundo puede tener una enfermedad mental. Hay personas que pasan por una depresión, ansiedad, pánico, etc, que hacen que piensen en cometer actos autolíticos. ¡Eso no se puede consentir, hay que ayudar! 

Tenemos que ir a la raíz del problema porque, por mucho que busquemos estar mejor saliendo, viajando, etc, la patología está ahí y necesitamos ayudas de terapeutas formados, de manera asidua, sin que haya eternas listas de espera. 

Por último, ¡Nadie quiere ser despedido por tener una enfermedad mental y quedarse sin ingresos por una mala gestión de la empresa y la Seguridad Social! Por eso, debe haber profesionales totalmente formados en enfermedades mentales para que desaparezca el desconocimiento y no haya más abusos laborales ni negligencias médicas. 

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