Pregunta para Asamblea de Madrid
Me diagnosticaron un cáncer de cérvix que me llevó a desarrollar metástasis con afectación ganglionar, peritoneal y hepática. La investigación es crucial. Además, se debería de garantizar que las estancias en los hospitales sean lo más llevaderas posible
Me llamo Rocío y vivo en Madrid. A finales de 2018, derivado de una revisión ginecológica, me llamaron para informarme de que la citología que me habían realizado había salido alterada. Me indicaron, entonces, que era necesario que me sometiera a otra citología más concreta y a la vez me realizaron una biopsia. De la prueba en cuestión, concluyeron que padecía un cáncer de cérvix.
Consideraron practicarme una conización, pero una vez hecha, vieron que seguía habiendo células cancerígenas en la zona, así que me recomendaron someterme a una histerectomía radical. Yo quería, en la medida de lo posible, evitarlo, por los efectos secundarios que conllevaría una intervención de este calibre: menopausia e infertilidad; quería salvar mi útero. Como los profesionales sanitarios que me trataban estuvieron de acuerdo con la propuesta en cuestión, finalmente accedieron a realizarme una segunda conización después de dos semanas de haberme sometido a la primera.
Una vez analizaron la zona, se percataron que aun haciendo la operación mencionada, seguiría habiendo tumor, así que cerraron y me explicaron que definitivamente tenían que practicarme una histerectomía radical. En aquel momento me derivaron a la Seguridad Social y en enero de 2020 me operaron. Me dejaron los ovarios con la intención de intentar evitar la menopausia y los recolocaron para evitar que sufrieran con la radioterapia (aunque después de varias ecografías y analíticas, se ha visto que ya no funcionan y que, de hecho, apenas ni se ven). Más adelante, recibí el tratamiento mencionado y parecía que todo estaba bien.
En diciembre de 2021, empezó a dolerme mucho el lado derecho de la tripa. Como en enero de 2022 tenía revisión, se lo comenté al doctor y él consideró derivarme para que me practicaran una resonancia. Al hacerla, percibieron una mancha, así que como prueba complementaria me hicieron un PET-TAC. Una vez hecho, confirmaron que había desarrollado una metástasis como afectación ganglionar supra e inradiafragmática, peritoneal y hepática, hecho que les pareció extraño a los médicos, considerando que las metástasis suelen desarrollarse alrededor de la primera zona afectada.
En marzo empecé con la quimioterapia y terminé en julio. En estos momentos estoy recibiendo inmunoterapia. Los médicos están sorprendidos de la buena respuesta que he tenido a la quimioterapia e inmunoterapia porque en enero se temían lo peor. En dos semanas, empezaré con dos nuevos tratamientos que me suministraran por vía intravenosa.
El proceso de mi enfermedad me ha hecho percatarme de que el cuidado del acompañamiento anímico que recibes por parte de tus seres queridos y también por parte de los profesionales sanitarios que te tratan es fundamental. En este sentido, considero interesante plantear, más allá de reforzar el servicio de atención psicológica que se proporciona a los pacientes oncológicos –que también es necesario-, invertir en mejorar el ambiente que rodea un hospital de día: tanto a nivel material como en relación con el trato que recibes de todos los trabajadores de la unidad. Necesitamos ambientes agradables y opciones de entretenimiento frente a tratamientos que pueden alargarse días enteros. No queremos sentir que somos simples números.
Es por lo presentado, además de para reclamar que se destine más inversión pública a la investigación, que es crucial, por lo que me dirijo a los políticos de la Asamblea de Madrid, ya que son quienes me representan: “La investigación es crucial. Además, creo que se debería de garantizar que las estancias en los hospitales son lo más llevaderas posible. El cuidado del estado anímico es muy importante”.