Pregunta para Parlamento de Catalunya
La EAIA quiere retirarme la condición de persona acogedora de mis nietos de manera completamente injustificada. Quiero ser una voz para ellos: ¡basta de decisiones injustas que rompen hogares!
Soy la abuela y acogedora principal de dos niños: una de 9 años y otro de tan solo 3. Ambos han sido criados por mí desde que nacieron, en un entorno estable, con un nivel de vida medio, rodeados de afecto, rutinas, estudios, actividades extraescolares y amigos.
Vivo en un pueblo pequeño donde todos conocen nuestra historia y donde nadie entiende cómo se ha llegado a esta situación: quieren quitarme la condición de acogedora de los niños para que pase a ser de una tía paterna, aun teniendo en cuenta que también es quién se encarga del padre de los niños, que tiene enfermedades mentales graves y drogadicción.
Me atrevo a decir alto y claro que he sido, y soy, una acogedora ejemplar. Durante años, he hecho frente a circunstancias muy difíciles para proteger el bienestar de mis nietos. Sin embargo, recientemente me han retirado la tutela debido a hechos malinterpretados, sacados de contexto e injustificados.
Se me ha exigido que yo sea la educadora de mi hija, que ha tenido que afrontar problemas graves y algunos retrocesos, y supervisar las visitas con sus hijos durante los fines de semana. Yo no puedo asumir estos cuidados. El hecho de notificar, precisamente, estos retrocesos, como un aspecto natural ante la EAIA, me ha jugado en contra. Yo he hecho todo lo posible por proteger a mis nietos de situaciones que pueden ser duras para ellos y para ofrecerles una vida fácil y feliz, simplemente.
Desde los organismos reguladores que gestionan la tutela de mis nietos, se ha llegado al punto de decirme que no soy una persona lineal. Evidentemente que no, como todo el mundo, tengo emociones. Lo que realmente no soy es una persona inestable. Simplemente, he soportado un nivel de estrés extremo y he actuado siempre con la prioridad puesta en mis nietos. No voy a colaborar en una narrativa que no refleja la realidad.
La EAIA de Vilafranca, encargada de enviar los informes de seguimiento a la DGAIA (Direcció General d'Atenció a la Infància i l'Adolescència) para que estos últimos ejecuten lo que se indica en los documentos en cuestión, ha reconocido que un cambio de entorno sería traumático para los niños, pero, aun así, insisten en que “ya se adaptarán”. No se puede jugar así con la estabilidad emocional de dos menores que siempre han vivido conmigo. Ahora se plantea entregarlos a una persona a la que apenas han visto dos veces, y que no forma parte de su círculo afectivo. Además, el padre está incapacitado por problemas graves y no representa una opción segura.
También quiero denunciar que, a mi otra hija, Paula, se le denegó inicialmente un estudio para que pudiera quedarse con los niños. Después se lo concedieron, y al hacérselo, descartaron la opción de acogida de inmediato. El patrón se repitió con buena parte de mi familia. ¿Dónde está el criterio de protección real?
Dicen que “yo pongo las cosas difíciles” y no es justo. Me acusan de no colaborar, cuando en realidad lo que he hecho siempre es proteger a mis nietos y lo volvería a hacer una y mil veces. Toda la vida.
Tengo medios para defenderme legalmente, y voy a luchar por lo que es justo. Mis nietos están sanos, felices, emocionalmente vinculados a mí y tienen todo cubierto. Necesitamos que se escuche nuestra voz. No se puede permitir que estos niños terminen en una casa con personas que no conocen, basándose en una narrativa manipulada que no refleja ni mi entrega ni la realidad de los hechos.
Quiero simplemente volver a estar tranquila con mis nietos. Es lo mejor para ellos, y lo sabe cualquiera que nos conoce.
¡Situaciones como la nuestra no pueden seguir ocurriendo!