Pregunta para Senado de México
Queremos que la inclusión no se vea como un proyecto, sino como una forma de vida en las escuelas de todo el país.
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No creo que exista amor tan bonito como el que siento al ver la sonrisa de mis hijas, es algo mágico. Ser madre de cinco niños, dos de ellas con Síndrome de Down, me ha enseñado un camino distinto pero maravilloso. Mi nombre es Viri Ríos, con la crianza especial de mis dos hijas Ana Victoria y Angela, ambas de dos años, he aprendido a tener paciencia, empatía y a comprender que cada persona tiene una historia la cual no debe de ser juzgada.
A lo largo de estos años de constantes enseñanzas he escuchado a personas decir “con este remedio les puedes quitar el Síndrome de Down a tus hijas”, “si hubieras querido más a Dios eso no te hubiera pasado”, “algo has de estar pagando”, “pobrecita, sus hijas nacieron así”, creo que existen demasiados mitos e ignorancia hacía esta condición genética. Porque sí, es una condición genética, NO una enfermedad.
Cuando me embaracé por tercera vez luego de estar advertida de lo peligroso que esto sería, nunca pensé que mi vida cambiaría tan drásticamente. La sorpresa del embarazo me resultó impactante pero el enterarme que tendría trillizas me llevó a otro nivel de emociones. Mia, Ana Victoria y Angela, fueron las tres niñas que Dios nos regaló, él vio que tendrían una gran familia, dos padres que se quieren y que dan todo por sus hijos y que tienen muchas ganas de salir adelante, por eso nos mandó a dos de ellas con Síndrome de Down, sabía que estarían bien cuidadas.
No fue un embarazo fácil, en ningún momento supe que mis hijas tenían trisomía 21 hasta que llegó el parto. Ese día el doctor me mencionó de una manera empática, sensible y alentadora que una de mis hijas tenía rasgos de esta condición, sin duda estoy segura de que la manera en que los médicos comunican este mensaje influye directamente con la respuesta de los padres hacia una noticia tan inesperada como esa.
Además de ese hecho inesperado, Mia, la primera trilliza estuvo entre la vida y la muerte durante cuatro meses y yo me mantuve en terapia intensiva una semana, fueron días tan rápidos e inesperado que ni siquiera me dio tiempo para pasar por un duelo o una negación por la condición de mis hijas, siempre estuve recordando el apoyo de mi esposo, de la familia y la tranquilidad que me dio el doctor con sus palabras: “Su bebe está muy bien, será capaz de lograr muchas cosas con tu ayuda, no está enferma, tiene una condición que es un cromosoma extra, pero con tu ayuda saldrá adelante y será como tus otros hijos”
Él acertó en todo, día a día ellas me demuestran algo nuevo, me inspiran y me hacen saber que son capaces de todo, aprenden con sus hermanos, los ven como guías y siempre tratan de imitar lo que ellos hacen. Ante sus maravillosos actos cotidianos, decidí abrir mi página en Facebook, para demostrar que ellas no están enfermas, que les encanta la música, el baile, los juegos, que ellas son el ejemplo de que los mitos alrededor del Síndrome de Down no son ciertos y que los niños y niñas con esta condición no deben de ser escondidos o excluidos porque todos somos iguales.
Quisiera que la historia de Angela y Ana Victoria sea leída por los integrantes del Senado de la República y así poderles pedir que se luche por los derechos de los niños con Síndrome de Down, queremos que la inclusión no se vea como un proyecto, sino como una forma de vida en las escuelas de todo el país. Buscamos que se comprometan a un apoyo real, sincero e inclusivo, otorgando becas para que ellos accedan a estudios y se formen como lo hacen los demás niños de México.