Pregunta para Senado de México
Soy Trixia Valle y me preocupa mucho que tras 16 meses de encierro no estemos dando la atención y cuidados necesarios a las niñas y niños y a su salud emocional. Llamo a las autoridades a que se incentiven fondos y programas en beneficio de nuestra niñez.
La mitad de los niños en México están rotos. Nacer en este país ya es una posibilidad de llegar a un hogar en donde serán víctimas de cualquier tipo de violencia. Y la pandemia del coronavirus ha agravado este panorama. Después de más de 16 meses en un encierro total, las niñas y niños de México están sufriendo un daño psicológico y emocional que parece que nadie está atendiendo. La violencia familiar aumentó durante este tiempo de encierro obligado, el miedo hacia el virus y ante la incertidumbre se instaló en sus cabezas, la falta de sociabilización y el bullying entre hermanos, son solo cuatro de los grandes problemas que tendremos que atender durante los próximos meses ante un posible regreso a clases y lo que es más preocupante, con la falta de recursos, de condiciones y de voluntad para ofrecerles toda la ayuda que requieren.
Por eso, veo necesario hacer un llamado a las autoridades, a los padres y madres, a los maestros y a la sociedad en general, para que comprendamos que esos más de 36 millones de niñas y niños en México, cuyo número en población representa la población de varios países de Europa Juntos, necesitan urgentemente nuestra atención y nuestra ayuda.
Además de que se ha calculado, según cifras oficiales, que al menos 30% de las niñas y niños que asistían a clases antes de la pandemia no volverá nunca a pisar la escuela. Requerimos de crear y operar programas en favor de la infancia. Y este es un momento clave para intervenir.
Durante 16 meses las niñas y niños han estado borrados del espacio público y esto tiene un costo gravísimo. A nivel neurocientífico, cuando estamos en presencia de otras personas, nuestras neuronas se conectan. Entonces, el aprendizaje colectivo empieza a potencializarse y eso hace posible la adquisición de conocimientos, que es de lo que se trata la escuela. Durante este tiempo de pandemia y de encierro, hay tres aspectos que han sido gravemente dañados.
La primera es la excesiva convivencia familiar, en un país como el nuestro en el que el 50% de los niños y niñas, antes de la pandemia, sufrían violencia física, verbal o sexual en sus casas. Es probable que esa cifra haya aumentado en un 30%.
Por otro lado está el miedo. El miedo infundido por los adultos cuando están todo el tiempo hablando descuidadamente de cosas que los niños difícilmente entienden (en ese sentido, hemos hecho un esfuerzo para poder hacer llegar a los padres e hijos un poco de orientación para tratar de explicarle a los más pequeños lo que pasa a su alrededor, a través de cuentos). Durante los últimos 20 años se ha faltado al respeto a la infancia de una forma impresionante, no se respetan los contenidos que se ven los niños, no se tiene cuidado con lo que se habla frente a los niños, no hay un respeto a la infancia de parte de los familiares más cercanos: mamá, papá, abuelos, y ya no se diga un extraño.
La tercera es que, como todo músculo que no se usa, se va atrofiando. Y tal es el caso de la sociabilización que, además, es un arte; sociabilizar es el arte convivir con otros, de negociar problemas, es un arte que se perfecciona poco a poco. Un niño de 4 años que de pronto iba en primero o segundo a preescolar, se queda aislado 16 meses, va a volver de 6 años a esa escuela con un aislamiento terrible, que ya no sabrá cómo colaborar, que tal vez se ha vuelto egoísta y no por malo ni porque sus papás lo eduquen mal sino porque ya no convivió, se rompió esa parte de la sociabilización.
Luego viene el bullying. Después del encierro, del miedo, de la violencia intrafamiliar, las niñas y los niños volverán con todo esto acumulado a clases, y serán muy pocos, los menos, los que lo puedan gestionar correctamente con fu familia y ayuda de terapia. Estas situaciones van a generar más incidencias de faltas de respeto entre los compañeros, burlas, etc. Porque todos los niños antes de los 12 años no tienen por qué saber cómo manejar sus emociones, precisamente porque está en proceso de aprenderlas.
Y en medio de todas estas problemáticas, veo una falta de voluntad y de recursos y de fondos para poder mitigar los daños, no hay presupuesto para capacitación de maestros,
Todo este enorme dolor interno para cada uno de esos 36 millones de pequeñitos, y que el país diga que no hay dinero para capacitar a los maestros.
Lo que se tiene que hacer es un nuevo código de conducta, con reglas muy enunciativas. Y empezar las clases con un proceso emocional muy a conciencia. De cómo se han sentido, si quieren compartir lo que han pasado. Pero también harán falta recursos para poder apoyar en lo posible esa nueva transición.
Requeriremos de fondos, de programas dirigidos hacia la infancia, y que han ido desapareciendo poco a poco de las prioridades sociales y políticas.
Por toda esta necesidad de atender a nuestras niñas y niños desde el lado emocional y psicológico, y tras un proceso tan complejo como el que ha sido el de la pandemia del coronavirus en todo el mundo, es por lo que lanzo esta campaña, para pedir a las autoridades del Senado de México que escuchen mi voz y legislen en favor de las niñas y niños, que destinen fondos y programas para ello. Creo que entre todos podemos ayudar: si recogemos 500 firmas en esta petición, los representantes políticos me responderán en la página de Osoigo. Y difundamos este testimonio con nuestros contactos de WhatsApp y redes sociales, para que muchas personas lo puedan respaldar.
¡Muchas Gracias!