Me llamo Tamara he superado un Linfoma no Hodgkin que me diagnosticaron cuando tenía 28 años.

En el año 2014 empecé a tener fiebre muy alta y a notar los ganglios del cuello muy inflamados. Acudí al médico y durante varias semanas estuvieron realizándome diferentes pruebas. Finalmente, me diagnosticaron un Linfoma no Hodgkin muy agresivo. 

Al día siguiente inicié un tratamiento de quimioterapia dividido en seis ciclos que me administraron cada 21 días. Tras recibir el cuarto ciclo, empecé a sentir fuertes dolores de cabeza. Me practicaron una punción y vieron que el linfoma estaba afectando al sistema nervioso, por lo que tuve que empezar la quimioterapia de nuevo. En esta ocasión, tuve que recibirla ingresada durante una semana, también cada 21 días.

Al terminar este tratamiento me hicieron un PET-TAC, en el que comprobaron que ya estaba limpia, por lo tanto estaba preparada para el autotransplante; pero cinco días antes de entrar en la habitación de aislamiento, de nuevo, otra recaída.

Por suerte, me pudieron administrar un tratamiento nuevo que combinaron con la quimioterapia para evitar que me volvieran afectar el sistema nervioso. Este funcionó muy bien y, por fin, pudieron realizarme el trasplante de médula gracias a la donación de mi hermano. 

A los seis meses pudieron quitarme toda la medicación y en el año 2019, tras consultarlo con mi hematólogo y ginecólogo, pude ser madre.

Ahora, con esta iniciativa pido a las Cortes Valencianas que destinen más recursos a la investigación del cáncer, pues en mi caso, fue este último tratamiento el que consiguió que saliese adelante. Además, considero que debería existir más información acerca de la donación de médula y sangre, ya que son trámites muy sencillos que no suponen nada para los donantes, y en cambio salvan muchas vidas.