Las mujeres y niñas queremos caminar tranquilas. ¿Qué medidas se están tomando para luchar contra el acoso callejero?

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Me llamo Susu, soy de Madrid y soy bailarina y coreógrafa. A través de la danza, pretendo hacer activismo para concienciar sobre la sociedad en la que vivimos y denunciar cualquier tipo de discriminación: machismo, racismo, LGTBfobia, gordofobia, etc. He trabajado creando coreografías para videoclips, pero donde dedico más horas es en la academia de baile, especialmente con niños y niñas y adolescentes.

Trabajar con ellos me llena muchísimo, ya que aprendo mucho de ellos y a la vez ayudo a concienciar sobre diferentes temas sociales. Un tema en el que me centro mucho es, por supuesto, la violencia machista. A través de actividades relacionadas con el teatro, mis alumnos y alumnas toman conciencia sobre el imaginario con el que hemos crecido en función de nuestro sexo.

Tanto por mi experiencia personal como por lo que sigo viendo a día de hoy con mis alumnas, el acoso callejero sigue siendo la forma de violencia machista más común y, lamentablemente, la más normalizada. Las mujeres crecemos asumiendo que es lo que nos toca: aguantar miradas, comentarios, aunque nos incomoden, no cruzar ciertas calles a ciertas horas, vestirnos de cierta manera…

Son innumerables las situaciones de acoso callejero que he vivido desde la adolescencia, pero llegó un punto en que dije basta y decidí rebotarme cada vez que me sintiera violentada. Por desgracia, una vez fui acosada, les respondí y me persiguieron hasta agredirme físicamente. Puse una denuncia, pero solo tuvieron que pagar una multa ridícula. En aquel momento pensé: “sí que salimos baratas, las mujeres”.

Tanto mujeres como niñas y adolescentes estamos totalmente desprotegidas. Esto se debe, en parte, a una falta de legislación y de penalización hacia los agresores. En el ámbito laboral, una situación de acoso se puede denunciar, pero si esto ocurre en la calle, en el transporte público o en un centro comercial, no hay ninguna institución que nos ampare.

Otro problema es que a las mujeres y niñas se nos han educado para que vayamos con cuidado por la calle, dando por entendido que, si sufrimos algún tipo de acoso o agresión sexual, en parte será por nuestra culpa. Pero ¿por qué no se enseña a los niños y a los hombres a no hacerlo?

En este sentido, creo que falta mucha prevención desde la educación. Por un lado, como decía, habría que enseñar a los niños a respetar a las niñas y las mujeres, a denunciar o poner en evidencia cualquier situación de abuso de poder, en lugar de ser cómplices. En cuanto a las niñas, deberíamos enseñarles desde pequeñas a conocer sus propios límites, para aprender a decir que no cuando se sientan incomodadas por la situación que sea.

Ante esto, quiero dirigirme a las instituciones para que luchen contra el acoso callejero desde diferentes abordajes, empezando por la prevención desde la educación y la punición a través de la justicia.

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