Un año antes de que mi expareja se llevara a mis dos hijas Ivanna, de entonces 7 años, y Miranda de  2 años y medio, empecé a ir a terapia psicológica para tratar de terminar con un círculo de violencia que me aquejaba desde hacía mucho tiempo durante mi matrimonio, que duró ocho años. Yo, en ese matrimonio sufrí todo tipo de violencia y me fue muy difícil poder salir de esa situación. Así que cuando por fin tomé la decisión de separarme, mi expareja se puso muy violento y decidió retener a mis dos pequeñas hijas sin permitirme verlas ni tener una comunicación fluida y cotidiana con ellas desde hace ya dos años.

Sucedió el 28 de marzo de 2019, en Ciudad de México, cuando tras una discusión, el papá de mis hijas se puso agresivo y yo le pedí a mis padres que fueran por nosotras. Pero ante la fuerza física de él, el enojo y lo violento que se puso, mis padres y yo decidimos que era mejor dejar que las cosas se calmaran y poder arreglarlo al día siguiente. Sin embargo, mi expareja decidió irse con mis pequeñas sin avisarme. La más pequeña de mis hijas tenía apenas 2 años y medio de edad y todavía lactaba. Dentro de toda esta pesadilla, eso ha sido de lo más doloroso para mí, porque, aunque estaba ya en proceso de destete humanizado, seguía alimentándola complementariamente de esa forma y cuando se la llevaron solo sentí que un vínculo muy importante se había roto. Los días siguientes fueron muy dolorosos para mí, no solo físicamente por el acumulamiento de la leche, sino que me dejó una marca muy profunda ante la separación tan abrupta que tuve con mi hija.

Además, también la hermana mayor de mis pequeñas, Yamile, de 14 años, ha sufrido un impacto muy fuerte por la separación, afectando su desarrollo y desenvolvimiento. Mis hijas Ivanna y Miranda fueron dadas de baja de sus colegios y han sido cambiadas de escuela al menos tres veces,  he podido hablar con ellas muy pocas veces, y solo las he visto en dos ocasiones: la primera, cuando acudí a su escuela, a raíz de que a través del juzgado supe en qué escuela estaban inscritas, ahí las pude ver durante unos minutos antes de que entraran a clases; y la segunda, en el garage del domicilio en donde estaba su papá, pero fue verdaderamente incómodo y violento. Mis pequeñas miraban todo el tiempo a su padre antes de hablar y él permanecía vigilante a unos pasos de nosotras, resguardadas bajo llave y con cámaras de vigilancia.

En octubre de 2019 puse en marcha una denuncia para solicitar la guardia y custodia de mis hijas, y también para llevar a cabo el divorcio, pero a pesar de que a mi expareja le han notificado 4 veces que se presente a declarar y empiece el proceso, él no ha respondido a ninguno de esos llamados. He buscado ayuda ya con varios colectivos y organizaciones, ante la tardanza e indiferencia de las autoridades sobre mi caso. Una de ellas, es la Asociación Niños con MaPa, quienes acompañan este testimonio.

Ya son dos años de que mis niñas están lejos de su hogar y de su familia. Sé que ya existe una alienación parental y me preocupa mucho el daño psicológico y emocional que mis pequeñas están pasando. Mi expareja me escribe cada que tiene oportunidad para insultarme y reclamarme. Por todas estas razones, he iniciado esta campaña, para pedirles a nuestros representantes políticos del Senado de la República, que me ayuden a recuperar a mis dos hijas, que hagan todo lo que está en sus manos para buscarlas y devolverlas a casa, con su hermana mayor y conmigo.

Por favor, ayúdame a firmar y a difundir esta campaña por todos tus grupos y contactos de WhatsApp y Redes Sociales. Si consigo 500  apoyos, esta pregunta llegará a políticos de distintos partidos del Senado de la República, los cuales me tendrán qué dar una respuesta en esta misma web.

¡Muchas gracias!