Fui abusada sexualmente por la persona en quien más confiaba: mi pareja. Necesitamos que se eduque sobre el consentimiento, ¡las mujeres y niñas no somos objetos sexuales!

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Me llamo Sarai, soy de Galicia pero vivo en Madrid y me dedico al mundo artístico, especialmente a la fotografía. Justo cuando empezó el confinamiento, en marzo del año pasado, decidí contar en mi canal de YouTube  algo que me había ocurrido hacía casi tres años, más de cuatro a día de hoy. 

En aquella época, estaba teniendo problemas al tener relaciones sexuales con mi pareja: me dolía, estaba incómoda, me molestaba… y esto hacía que la siguiente vez fuera todavía peor, ya que iba con temor y ya estaba tensa desde el principio. Supe más tarde que todo aquello se debía a una infección que el ginecólogo no me había detectado en su momento por no hacerme una citología, es decir, era por una causa física y no psicológica, como me había hecho creer después de ir a consultar mis molestias. 

Por ello, cogí miedo a tener relaciones sexuales e intentaba evitarlo siempre que podía. Por supuesto, esto fue afectando cada vez más a nuestra relación: cuando él quería hacerlo y yo le decía que no me apetecía, le sentaba mal, yo también me sentía mal por empezar a tener rechazo hacia mi propia pareja y al final todo se hacía una bola. 


Un día estábamos en mi casa, lo intentamos, pero finalmente dije que no quería. Luego empezamos a ver una película y me quedé dormida. Lo siguiente que recuerdo es despertarme y ver que estábamos teniendo relaciones sin yo haber dado mi consentimiento (según él, me había preguntado si quería volver a intentarlo y yo había dicho que sí, pero estaba claramente dormida y no recuerdo nada de esa conversación). 

Al despertarme, me quedé en shock, no sé por cuánto tiempo, pero sé que no fue mucho. Se bajó de encima de mí, me dio las buenas noches y se giró para dormir, como si no hubiera pasado nada. Al día siguiente, me hizo un comentario sobre que no le había gustado del todo lo que había ocurrido la noche anterior, que mejor no repetirlo, pero no lo volvimos a comentar. Bloqueé el recuerdo, algo muy normal cuando tienes una experiencia traumática. 

Fue al cabo de un par de meses, viendo un corto francés sobre las violaciones dentro de la pareja, cuando mi cerebro hizo “click”: me di cuenta de que había sufrido un abuso sexual. Normalmente, pensamos que la mayoría de las violaciones son por parte de un desconocido, cuando la realidad es todo lo contrario: suelen ocurrir en el entorno cercano, como amigos, familiares o incluso la misma pareja. 

A partir de ahí, la relación fue a peor, hasta que finalmente lo dejamos. En el momento de romper, me preguntó si era por lo que había pasado aquella noche, se acordaba y sabía que no había estado bien, pero nunca sacó el tema. La ruptura fue algo que me resultó muy difícil, porque él era todo mi entorno social y dejarlo implicaba quedarse sola. Las redes de apoyo son muy importantes para salir de este tipo de situaciones, ahora lo sé. 

Cogí bastante pánico a intimar, sentía que no podía confiar en nadie, que no iba a ser capaz, que iba a tener flashbacks (cuando finalmente lo hice, los tuve, los tengo todavía, pero no dejo que me controlen); también cogí pánico a ir a mi casa, a dormir en mi cama, ya que fue donde ocurrió. También fue muy duro contárselo a personas de confianza y que no lo entendieran, le restaran importancia o lo pusieran en duda. ¿Cómo abusa de ti tu propia pareja? ¿Por qué el consentimiento se da por entendido cuando hay una relación? ¿Por qué se piensa que, si no hay una agresión física como respuesta a una resistencia por parte de la víctima, no hay un trauma igualmente? 

Han pasado más de cuatro años desde entonces y, después de mucha terapia, he podido rehacer mi vida en muchos aspectos, aunque sé que es algo que me marcó y con lo que tendré que lidiar siempre.  

Para que ninguna chica tenga que pasar por lo mismo, necesitamos que se eduque sobre el consentimiento desde la primera infancia. Actos “inocentes” como levantar la falda a una niña o tocarle el culo son una muestra de que, desde pequeños, ya se nos educa pensando que las niñas y las mujeres somos objetos sexuales. Esto, a la larga, se traduce en otros tipos de violencia hacia nosotras, como el acoso callejero, laboral o, en los peores casos, agresiones verbales, físicas y sexuales. 


También que dejen de invisibilizarse o minimizarse los problemas ginecológicos de las mujeres: la regla no tiene que doler, el sexo no tiene que doler. El deseo y el placer no es solo cosa de hombres, todos debemos y podemos disfrutar de las relaciones sexuales. 

Aprovecho también para compartir un vídeo en el que se explica de forma muy clara qué es el consentimiento y en qué situaciones podemos saber si existe o no. Espero que mi experiencia pueda ayudar a otras chicas que puedan haber pasado por una situación parecida. 

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