Los mercados campesinos representan una parte vital en la economía del país, cientos de familias se ven beneficiadas por ello, al tener sus cultivos, en donde con paciencia y dedicación logran recolectar tubérculos frescos, verduras, frutas, carnes, entre otros productos; y así llevarlos a las grandes ciudades. 

Hoy en día, llevar una buena alimentación representa un reto para las personas, dejando las frutas y verduras, por alimentos procesados en las grandes cadenas. No solo perdiendo toneladas de comida fresca, sino dejando sin sustento a miles de familias, quienes se ven en la tarea de perder sus cosechas. Mi nombre es Paula Arango, fundadora de Sembrando Conciencia Verde, una tienda Eco en donde promuevo la agroecología, eco sostenibilidad, consumo consciente y, sobre todo, la compra local de productos orgánicos.

Mi objetivo es promover el consumo consciente y saludable, en pro del planeta y en beneficio de nuestra salud, ser responsables al momento de arrojar los desperdicios a la caneca, desperdicios que se pueden convertir en abono para nuestras plantas, reemplazando el contaminante estiércol.

Los campesinos y demás productores locales, son parte de esta poderosa economía circular, en donde cada producto orgánico, puede cumplir su ciclo en pro del medio ambiente. Además de activar la economía y el trabajo, mi iniciativa recibe a mujeres cabeza de familia, quienes crean desde sus hogares productos ecológicos como jabones. Mi rol no solo va en estas mujeres, sino en instituciones educativas y en jardines infantiles, en donde enseño como crear huertas urbanas para así cultivar alimentos orgánicos, saludables y naturales. 

Muchas veces no sabemos el procedimiento que hay detrás de la lechuga en la ensalada que estamos consumiendo, con solo prestar atención a como está empaquetado dicho producto nos podemos dar cuenta del daño que estamos causando al planeta, muchos de ellos son empaquetados en platos de icopor y embalados con plástico, los cuales en la mayoría de los casos llegan a los basureros, playas y mares. 

Si empezáramos a ser más conscientes sobre ello, podríamos reducir un poco la huella ecológica, usar bolsas hechas de maíz o usar las tres R; reducir, reutilizar y reciclar. Promover el consumo local y apoyar los productos ecológicos y sostenibles es un gran paso para aliviar la carga ambiental. 

Todos podemos ayudar, sin importar edad o estrato social. Reglamentar la creación de huertas orgánicas en los colegios, por ejemplo, serviría de incentivo para sembrar mentes más conscientes y empáticas con el planeta. Ideas que niños y jóvenes podrán llevar a sus hogares y así, comenzar con un modelo de economía más verde.

Por eso, quiero lanzar esta petición a las autoridades y al Congreso de la República. Si empezamos a concienciarnos sobre los beneficios de los productos orgánicos, no sólo para nuestra salud, sino para el planeta; podremos darle un respiro a la madre tierra, regresarle lo que nos ha dado. Convertir en nutrientes y no en veneno sus frutos.

Apoya y difunde esta petición, para lograr obtener una respuesta por parte de los políticos en la página de Osoigo. Si esta petición logra las 350 firmas será presentada a los Congresistas.