Buenos Aires, Argentina. Para muchxs la pornografía fue (y sigue siendo) la “educación sexual” que tanto necesitamos. Porque no es lo más frecuente que nos hablen de esto en casa, pero afortunadamente la ESI en los colegios está tomando un papel más activo en estos últimos años, gracias a la sanción de la ley 26150. 

Caemos una y otra vez en el porno tradicional para querer entender “de que se trata tener sexo”. Al no tener con qué comparar, no podemos ser críticxs y creemos en eso que vemos como una verdad absoluta. La contra cara a esto es generar un espacio de confianza y de información que nos muestre las cosas tal cual son: la ESI, que lo ideal seria que sea abordado en las escuelas y desde casa. 

Los cuerpos exuberantes,  donde prima la violencia, mujeres con actitud pasiva, la falta de consentimiento, nadie usa preservativo, no hay comunicación, entre tantas otras cosas. Convirtiéndonos en víctimas de las expectativas, de las presiones y de las idealizaciones irrealizables, desdibujando la línea de lo real y la ciencia ficción. 

La meta de la pornografía no es excitarnos, sino buscar consumidores. 

Durante el confinamiento el uso de plataformas para ver cine sexual crecieron de manera exponencial. 

Lo que sucede es que después es eso lo que queremos replicar, y es hasta peligroso ya que puede generar frustración llevándonos a muchas disfunciones sexuales y dismorfia de nuestro cuerpo. 

Los chicos que acceden a este contenido, crecen pensando  que la sexualidad es absolutamente genital, tal y cual se ve en las producciones pornográficas, cuando la realidad es absolutamente diferente. ¿El estado está comprometido en garantizar la ESI en todos los niveles para romper mitos y generar pensamiento crítico?

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