Pregunta para Asamblea de Madrid

¿Por qué no se invierten más recursos en la investigación del cáncer para poder hacer detecciones más precoces?

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Mamen Fernández Pregunta de Mamen Fernández

Mi nombre es Mamen y fui diagnosticada de cáncer de mama en 2012. Ocho años después, en 2020, lo fui de cáncer de tiroides. A causa de ese segundo cáncer me hicieron un estudio genético y descubrieron que tenía un gen mutado. Esto implica que puedo desarrollar hasta seis tipos diferentes de cánceres. Por ello, cada seis meses tengo que ir a hacerme pruebas. 


Someterte a esta prueba genética es totalmente voluntario, pero creo que la ciencia es fundamental para que puedan lograrse estos diagnósticos precoces. Para mí, el cáncer no es sinónimo ni de muerte ni de tristeza. 

Lo más duro es el tiempo de espera entre que te detectas un bulto y te dan un diagnóstico. Cuando me certificaron el cáncer de mama, una parte de mí se alivió porque ya sabía qué tenía. Era el día de mi aniversario de bodas. Reuní a mi familia y les dije: “Lloradlo todo hoy y ya no lloraremos más”. 



Al día siguiente reuní a mis tres hijos que eran entonces muy pequeños (7 años, 4 y 6 meses). Aun así, les conté que su mamá tenía cáncer de mama. Les expliqué que el tumor consiste en que las células están desordenadas, como cuando ellos tienen desordenada la habitación, y que los médicos me iban a ayudar a ordenarlas. Creo que esta fue una de las mejores decisiones que pude tomar porque considero que tienen que saber que la vida está compuesta de jamón y de tocino. Aunque lo tuvieron que aprender muy pronto, también entendieron que la vida es un regalo y se puede vivir contento a pesar de todo! 

Ocho años después, a través de unas úlceras de esófago, descubrieron que tenía cáncer de tiroides. De nuevo es algo que no esperas porque piensas que ya has cubierto el cupo, que tú ya has tenido un cáncer. Sin embargo, entendí que la vida es decir que sí a lo que viene sin reproches ni resentimientos, simplemente sin rendirte. 

Mis médicos han sido mis manos y mis pies, y aún más, mis ojos. Me han ayudado a ver la enfermedad de otra manera.  

Nos podemos equivocar en muchas cosas, pero no en que merece la pena vivir. La vida y el cáncer es como montar en bicicleta, pedaleas evitando caerte y para eso no puedes dejar de dar pedales. 

Un año después, cuando me dan el resultado del gen mutado, me tengo que someter a otra mastectomía de pecho y a un vaciamiento. El cáncer es un camino largo porque muchas veces, durante y después del tratamiento, no te reconoces y tienes que volver a aprender lo que creías ya sabido.  

Me gustaría que mis hijos, cuando cumplan los 18 años de edad, también se hagan las pruebas genéticas. Y es que el cáncer, con un diagnóstico precoz, es otra cosa. Si esta prueba existe, hay que aprovecharla porque es una gran ventaja.  

Por ello, me gustaría pedirle a la Asamblea de Madrid que invierta más recursos en la investigación del cáncer, porque esa investigación es la que salva vidas. 


 

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