Pregunta para Senado
Sufro gordofobia sanitaria, y como muchos otros pacientes, pedimos que los médicos nos escuchen ¡No todas nuestras dolencias se arreglan con ejercicio!
Me llamo Leticia, y aunque para la sociedad tengo “exceso de peso”, me gustaría que entendieran que mis problemas de salud no se resuelven simplemente con dietas o recomendaciones para hacer más ejercicio. Vivo constantemente con la sensación de que mis dolencias no se toman en serio en las consultas médicas. Cuando acudo a la atención sanitaria, lo único que recibo es una fórmula estandarizada: adelgazar. Pero la obesidad no es un problema simple ni una cuestión de falta de voluntad.
La obesidad es un factor de riesgo multifactorial. Hay tantas causas detrás de ella, como trastornos hormonales, genética, factores psicológicos, y un sinfín de aspectos que no tienen nada que ver con comer mal y no hacer ejercicio. A pesar de esto, en la consulta médica, todo se reduce a esa recomendación repetida de perder peso, como si fuera una solución universal para todo.
Desde pequeña, la gordofobia ha sido una constante en mi vida. A los 12 años, decidí seguir una dieta estricta para perder 10 kilos porque la presión social era insoportable. Sentía que mi cuerpo no encajaba con lo que los demás esperaban. Quería que me aceptaran, quería ser “normal”. La sociedad y la industria de la belleza nos dicen constantemente que debemos ser delgadas para ser valiosas. Pero nunca pensé que las consecuencias de esa presión y esas etiquetas pudieran ser tan profundas.
Recuerdo que cuando ya era más grande, empezaron a aparecer comentarios hirientes que me perseguirían toda la vida. Siento que a veces soy invisible para los demás, o que me ven solo a través del lente de mi cuerpo, como si mi valor y mis capacidades dependieran de mi apariencia física.
Los comentarios discriminatorios, las etiquetas y las suposiciones nos afectan más de lo que imaginamos. Esta cultura que ridiculiza a los cuerpos que no se ajustan a los estándares no solo es cruel, sino que también genera consecuencias psicológicas muy graves. La gordofobia no solo afecta la autoestima, sino que también incrementa la ansiedad, la depresión y la baja confianza. Es importante recordar que el cuerpo de cada persona tiene valor, independientemente de su tamaño.
Y lo peor de todo es que este rechazo se extiende al sistema de salud. Cada vez que acudía al médico con dolores musculares o problemas de salud, la respuesta era siempre la misma: “Baje de peso”. ¿Acaso todo puede solucionarse con perder algunos kilos? El impacto psicológico que esto tiene en nosotros es devastador. Nos sentimos despojados de nuestra dignidad y vistos solo como un número en la balanza.
Es hora de que la sociedad deje de normalizar los comentarios sobre los cuerpos ajenos. Debemos entender que los cuerpos no son perfectos, ni deben encajar en los moldes preestablecidos. Cada persona tiene una historia y una razón detrás de su cuerpo, y debemos aprender a respetar la diversidad. La salud no se trata solo de estética, sino también de bienestar mental y emocional. Los niños y niñas deben ser educados desde pequeños para que entiendan que la diversidad corporal es algo normal y valioso.
Por todo esto, pido a la sociedad que apoye nuestra reivindicación. Necesitamos visibilidad, necesitamos que las instituciones tomen medidas y que se dejen de normalizar prácticas como la gordofobia. Los cuerpos grandes merecemos respeto y ser tratados con la misma humanidad que cualquier otro. ¿Me ayudas con tu apoyo a cambiar esta mentalidad?