El pasado martes 19 de mayo de 2009, mi hija Esmeralda, de 14 años de edad, salió de casa en Ciudad Juárez, rumbo a la escuela. Yo había estado un poco enfermo y ella me había cuidado a ratos. Había faltado a clases ya el día previo por esa razón y cuando vi que pretendía faltar una vez más solo para quedarse conmigo y vigilar cómo seguía mi salud, decidí insistir para que llegara a tiempo y no perdiera otro día de escuela. La acompañé a la puerta y ya no la volví a ver más.

Desde ahí empezó la búsqueda. Esta larga búsqueda que ya está a punto de cumplir 12 años. En los primeros meses yo tenía confianza en las autoridades, en que iban a hacer su trabajo. No iba a marchas, no me juntaba con nadie porque yo desconocía totalmente la manera de trabajar las autoridades, pero empezaron a decepcionarme cuando iba a la fiscalía y les pedía hojas con la ficha de mi hija para pegarlas en las calles, y ahí me daban dos o tres, y les decía que no eran suficientes, que me dieran más, y su respuesta era que Esmeralda era mi hija, que fuera yo mismo y que sacara más copias para hacer la difusión. 

Tres semanas después de la desaparición de Esmeralda, en mi trabajo me dieron a elegir: o el trabajo o la búsqueda de mi hija. Y yo les di las gracias y les dije que mis hijos valían más que nada. Mi familia y yo nos fuimos quedando poco a poco sin recursos. Vendimos todo lo que pudimos. Yo me ofrecía a limpiar y ayudar en papelerías o centros donde ofrecía ese trabajo a cambio de fotocopias de la ficha para difundir la información de mi hija. Hasta que un amigo muy cercano nuestro nos prestó una parrilla y nos dio algo de dinero para que empezáramos a vender hamburguesas y tuviéramos un ingreso mientras buscábamos a Esmeralda. Hasta ahora, ese negocio nos ha dado para vivir,

Durante todos estos años hemos encontrado a muchísima gente que nos ha ayudado para buscar a Esmeralda, pero también hemos pasado muy malos momentos. Mi hijo y yo fuimos encarcelados durante 8 meses en el año 2012, justo después de que mi esposa y yo viajáramos a Ciudad de México siguiendo la pista de un testimonio que aseguraban que mi hija había sido llevada a trabajar a La Merced. Para llegar hasta ahí pedimos apoyo económico a la fiscalía, pero volvimos a recibir la respuesta de siempre: no tenían ellos recursos para ayudarnos. Así que una vez más las personas nos ayudaron, vendimos sin descanso en nuestro negocio durante unas 12 horas seguidas y pudimos juntar para viajar. 

En la capital, ya en la búsqueda de mi hija, descubrimos que existían locales comerciales que eran en realidad centros donde niñas de distintos estados del país, de entre 12 y 17 años, eran prostituidas. Hicimos eco de lo que nosotros habíamos encontrado y también descubrimos que en Chihuahua pasaba lo mismo con las casas de masajes. Cuando nos encerraron nos imputaron el delito de haber asaltado decenas de esos negocios. Salimos en diciembre de 2012 porque se comprobó nuestra inocencia. 

Nuestra historia fue adhiriendo a mucha gente que también buscaba a sus seres amados desaparecidos, pero después de nuestro encarcelamiento, el movimiento social que se había construido en torno al caso de Esmeralda se fue desinflando. A varias personas que seguían con nosotros la causa de búsqueda y que asistía a marchas y protestas y manifestaciones, las amenazaron o atentaron contra ellas. Están ahora fuera del país, en el exilio. 

En 2014, personal de Atención a Víctimas del Estado de Chihuahua, nos dijo que habían encontrado sin vida a mi hija. Nos mostraron, en un sobre color amarillo, una tibia (un hueso largo situado en la parte anterior e interna de la pierna), diciendo que era lo único que habían encontrado de ella. Pero cuando pedimos hacer una segunda verificación del ADN de ese resto, nos lo negaron. Un laboratorio extranjero llegó a ofrecernos hacer ese análisis fuera de México, pero las autoridades del Estado no lo permitieron. 

No nos vamos a cansar de buscar a Esmeralda y aceptamos siempre el apoyo de tanta gente y tantos ciudadanos que nos han ayudado a seguir en ese camino. Es por eso, que vuelvo a hacer una petición más a las autoridades mexicanas, del Senado de la República, que me ayuden a encontrar a mi hija.

Por favor, ayúdanos a firmar y a difundir esta campaña por todos tus grupos y contactos de WhatsApp y Redes Sociales. Si conseguimos 500 apoyos, esta pregunta llegará a políticos de distintos partidos del Senado de la República, los cuales nos tendrán qué dar una respuesta en esta misma web.