Soy Jorge Alberto Pérez de la Cruz y soy originario de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. Tengo una discapacidad motriz derivada de padecer  mielomeningocele, un defecto de nacimiento en el cual la médula espinal de un bebé no se desarrolla correctamente. Considero que es muy importante, con la situación actual de pandemia por la que estamos pasando todos, evitar que niñas, niños y adolescentes abandonen sus estudios. Y como el panorama es muy difícil para todos, especialmente porque las clases han sido en línea hasta ahora, para quienes viven con alguna discapacidad esto resulta ser todavía más grave e insostenible. 

Es por eso que he decidido externar mi preocupación y preguntar a las autoridades, gobierno y sociedad en general, ¿Cómo están apoyando a las niñas, niños y jóvenes con diferentes discapacidades para que continúen su educación en tiempos de pandemia? Debido a que son ellas y ellos quienes deciden, en mayor proporción, abandonar sus estudios debido a deficiencias en las escuelas para que ellos se puedan desarrollarse libremente y asistir a clases. 

Vivimos tiempos difíciles, y si para todos los niños y jóvenes ha sido muy complejo atravesar por este cambio de forma de estudiar en línea, para quienes tienen alguna discapacidad es todavía peor. Es complicado estudiar en línea cuando no tienes asegurado un servicio de internet, una computadora, tablet o teléfono, y para quienes tienen alguna discapacidad como la visual, auditiva o de otro tipo, es aún más complejo.

Existen escuelas especiales, pero, al menos aquí en Tuxtla Gutiérrez, están enfocadas más para personas con problemas de aprendizaje. 

Yo pregunto, ¿hay algún grupo, asociación, colectivo de maestros que se estén encargando de ellos, o solo es que no están recibiendo clases? ¿Cómo ellos siguen con sus estudios?.

Yo también fui estudiante, recientemente terminé la licenciatura en Derecho. En mi caso, no se puede decir que yo haya padecido con respecto a mi discapacidad, pues mi formación fue en una universidad privada. Las escuelas públicas no están adaptadas para personas con movilidad limitada. 

En un porcentaje más alto, las escuelas privadas están mejor adaptadas que las públicas. Donde yo estudié, en la Universidad Salazar Narváez, en Tuxtla Gutiérrez, estaba completamente adaptada, tenía rampas, tenía estacionamiento con cajones especiales, un baño adaptado, pasamanos y todas estas facilidades. En cambio, puedo contar el testimonio de un compañero y amigo mío, que tiene esclerosis múltiple, él estudió en la Universidad Autónoma de Chiapas, una institución pública,  y me comentaba que tenían que apoyarlo para entrar a su salón. Durante un año estuvo solicitando al rector de la universidad, a las autoridades e incluso al gobernador del Estado para que  pusieran rampas para que él pudiera trasladarse, pero nunca le hicieron caso. Él abandonó la carrera por estas razones.

Yo he tenido  acceso a internet, a una computadora, a libros. Pero hay muchas personas que no lo tienen.  El rezago a nivel educativo con personas con discapacidades es muy alto; yo logré sortear esta situación por el apoyo de mis padres y porque yo vivía muy cerca de mi escuela. Muchos ni siquiera lo intentan y truncan su formación desde muy jóvenes.

Tendría que haber una reforma a nivel nacional con la que se le obligue a todas las escuelas públicas y privadas a tener las instalaciones adecuadas para recibir a las personas con diferentes tipos de discapacidades. 

Por ello, lanzo esta campaña de difusión, para pedir a las autoridades del Congreso de Chiapas que escuchen mi voz y legislen en favor de las niñas, niños y adolescentes que viven con alguna discapacidad y que tienen que recibir educación en línea. Creo que entre todos podemos ayudar: si recogemos 500 firmas en esta petición, los representantes políticos me responderán en la página de Osoigo. Y difundamos este testimonio con nuestros contactos de WhatsApp y redes sociales, para que muchas personas lo puedan respaldar.

¡Muchas Gracias!