Hola, soy Iván Sánchez, tengo 24 años, soy venezolano y vivo en Barranquilla. Estoy en Colombia desde septiembre de 2018. El 26 de marzo pasado fui diagnosticado con linfoma de Hodgkin clásico, un tipo de cáncer que afecta el sistema linfático. Ahora estoy en tratamiento para superarlo.

Todo comenzó en agosto de 2020, cuando empecé a ver que se inflamaban los ganglios de mi cuello. Yo, de manera un poco irresponsable, no le presté la atención debida. En ese momento no tenía una EPS, y se me dificultaba pagar una al ser trabajador independiente. Sin embargo, me sometí a unos exámenes de laboratorio y a una ecografía, y todo parecía normal, así que no me preocupé. Pero los meses empezaron a pasar y la inflamación no desaparecía.

En diciembre, con mucho esfuerzo, logré pagar una EPS. Pero debido a la pandemia, la atención que recibí consistió en hacer llamadas, ir a diferentes centros de atención y retirar órdenes para exámenes. Pero en ningún momento vi a ningún doctor, a ningún especialista, a ningún hematólogo, que debió haberme examinado desde un principio. Esos trámites a veces eran un poco engorrosos porque la aplicación de la EPS, en la opción para pedir citas por videollamada, no leía mi permiso de permanencia y la plataforma se caía. Por eso, las consultas sólo pudieron ser por llamadas telefónicas.

En marzo logré tener una primera cita presencial con una doctora, que se alarmó al ver la inflamación de mi cuello. Ella me dio una autorización para que me hicieran una biopsia y a finales de mes obtuve el diagnóstico: linfoma de Hodgkin clásico. Estoy en la fase 3B de la enfermedad, lo que significa que está avanzada hasta algo más de la mitad, según me explican los médicos. Por suerte, la EPS ha asumido todos los gastos de mis quimioterapias: ya llevo dos; este viernes tendré la tercera.

Yo he tenido la posibilidad de tener regularizada mi condición en Colombia gracias a que tengo el Permiso Especial de Permanencia, con el que puedo trabajar de manera legal y acceder a los servicios de salud. Sin embargo, más de la mitad de mis compatriotas que han salido de Venezuela y viven hoy en día en Colombia no tienen legalizada su situación, según Migración Colombia, la agencia del Gobierno encargada del control migratorio en el país. Eso significa que todas esas personas no pueden acceder a ningún servicio de salud en caso de que lo necesiten.

Desde el 5 de mayo, Migración Colombia empezó el proceso para regularizar a los venezolanos que no tienen documentos en el país. Se espera que la entrega de los permisos de permanencia comience en octubre. Pero a ellos sólo pueden optar quienes tengan su pasaporte sellado. Por eso, sería de gran utilidad abrir un corredor humanitario para cumplir con ese requisito y así facilitar un poco los trámites a personas que, como yo, padecen algún cáncer u otra enfermedad grave y necesitan de manera urgente regularizar su situación para recibir atención médica adecuada.

Por eso hago un llamado al Congreso y a las autoridades migratorias de Colombia, para que habiliten un corredor humanitario que permita a los inmigrantes venezolanos sellar su pasaporte y optar por el Permiso Especial de Permanencia. Y también para que se ordene a todas las instituciones y corporaciones, tanto públicas como privadas, ajustar sus trámites para que no sólo los puedan hacer los ciudadanos colombianos o los que tengan cédula de extranjería, sino también quienes tenemos el permiso especial.

Todos podemos contribuir: si reunimos 500 firmas, los políticos colombianos tendrán que responderme en la página de Osoigo y podremos llamar la atención de muchas personas para que tomen conciencia sobre la importancia de esta petición. Y después de firmar, sigamos difundiendo esta campaña por WhatsApp, con nuestros amigos, contactos, familia. Los inmigrantes venezolanos no regularizados que no han podido acceder a servicios de salud fundamentales estarán muy agradecidos.