Pregunta para Senado de México
¿Y si cambiamos a este país, y de paso al mundo, con un niño y niña a la vez? La disciplina positiva nos recuerda que la violencia y el castigo no deben, ni debieron nunca, ser normalizados.
¡Hola!, soy Héctor Magallón. Hace un año que tengo el proyecto de Chamaco Positivo y su página en Facebook, en la que busco dar difusión, asesoría y acompañamiento a padres y madres para que puedan brindarles a sus hij@s una crianza basada en el respeto y la empatía. Todo esto, sin dejar de marcar los límites de la disciplina. Soy un profesionista certificado en el tema de Disciplina Positiva y desde mi propia experiencia como padre quise adentrarme en el tema de cómo darle a l@s niñ@s un mejor entorno para que sean mejores adultos.
Cuando mi hijo tenía 2 años, su mamá y yo decidimos separarnos. Aquel momento fue muy complejo y difícil para mí. Lo veía mucho menos y compartía menos tiempo con él. Además, sentía una culpa gigantesca pensando que habíamos tomado una decisión que le destruiría la vida. Yo no sabía cómo manejar mis emociones ni cómo tomar las de él. No tenía idea de cómo poder generar conexión con mi hijo en el poco tiempo que teníamos juntos.
Entonces empecé a investigar. Di con talleres de disciplina positiva y me cambió la concepción por completo. Entendí que lo que le estaba pasando a mi hijo era normal, que él no estaba teniendo una mala conducta sino la adecuada a su edad. Y comprender esto para mí es fundamental. ¿Qué es normal y qué es una mala conducta? Porque a veces pensamos que un berrinche es mala conducta y no, los niños a esa edad no saben controlar sus emociones y nosotros tenemos que ayudarlos a lograrlo.
Está muy normalizado el maltrato. Y mucha gente piensa: si a mí me criaron así, y salí bien, pues está bien. Pero no se dan cuenta de que al normalizarlo ya están reflejando un trauma. Y si nos peguntamos: ¿Cuál es el potencial de la gente, de los niños y niñas, si los tratamos con respeto?
Hay muchos ejercicios y dinámicas que ayudan a las mamás y papás a ponerse en el lugar de los niños y los ayuda a experimentar lo que sienten, lo que piensan y lo que deciden cuando reciben un castigo o cuando hay una práctica respetuosa. Tú no puedes ser respetuoso si no viene de una convicción y esa convicción viene de la empatía. De preguntarse cómo se sentirá mi hijo o hija de 3 años si le doy unas nalgadas, por ejemplo. Es muy importante, porque muchos lo vivimos, claro que no nos gustó, pero se nos olvida y repetimos esas prácticas que, cuando fuimos pequeños, nos dolían y avergonzaban mucho.
Y como además el castigo por mucha gente es percibido como efectivo, porque en ese momento detuvo la conducta que se quería detener, pues pareciera que funciona, pero no se ponen a pensar en cómo hace sentir esto a los niños y niñas y cuál es el impacto a largo plazo en ell@s. Así, el maltrato se normaliza en toda la sociedad y se perpetúa.
Entonces, ¿si cambiamos a este país, y de paso al mundo, con un niño y niña a la vez?. ¿Si nos ponemos en su lugar cada vez que queramos corregirlos de una forma irrespetuosa? Y también, con todo este ejemplo, llamar a las autoridades a que tomen en cuenta a las infancias para que sean ellas y ellos el centro del diseño de políticas públicas que, de existir bajo esa mirada, beneficiaría a toda la sociedad.
Por ello, lanzo esta campaña de difusión, para llamar a la sociedad en general a tener más empatía por las y los niños; a las autoridades para que legislen en favor de las infancias y que hagan a l@s niñ@s el centro de sus políticas públicas. Yo creo que entre todos podemos ayudar: si recogemos 500 firmas en esta petición, los representantes políticos me responderán en la página de Osoigo. Y difundamos este testimonio con nuestros contactos de WhatsApp y redes sociales, para que muchas personas lo puedan respaldar.
¡Muchas Gracias!