En primer lugar quiero agradecer esta pregunta, que debe ser en estos momentos la gran pregunta que se hacen los responsables públicos. Además, precisamente en estos días he encargado varios libros sobre el mercado de trabajo con el objetivo de intentar hacerme una idea propia sobre lo que se puede y no se puede hacer.
 
España ha reaccionado hasta la fecha descargando el peso de sus crisis sucesivas (años ochenta, primeros noventa, año 2000 y ahora ésta) en la flexibilización del mercado de trabajo. De esta manera se ha creado un mercado de trabajo dual, con los trabajadores mayores muy protegidos y con los jóvenes abocados al precariado. No parece tener mucho sentido que existan estas diferencias, y mucho menos cuando se ha hecho un importante esfuerzo público por la formación universitaria, que está demostrando ser de cierta calidad si atendemos a esa "fuga de cerebros" a la que hace usted referencia en su pregunta.
 
De entrada podríamos señalar varias ideas:
 
1.- Simplificación de contratos, con indemnización progresiva por despido, como acaba de apuntar Thomas Piketty en su reciente gira por España.
 
2.- La idea de reducir cotizaciones sociales y subir el IVA puede ser interesante en otro contexto. Quizás se podría intentar que la prometida rebaja fiscal llegue no a través de la imposición indirecta sino a través de la reducción del coste laboral del trabajo.
 
3.- Sin duda hay que hacer un análisis exhaustivo del gasto público y reducir gastos ineficientes o herederos de situaciones de privilegio.
 
4.- Las combinaciones de contratos a tiempo parcial han acabado segregando el mercado laboral por sexos y contribuyendo a la división del trabajo por género y a la desigualdad laboral por género. Han tenido éxito para reducir el desempleo pero con un coste social importante.
 
5.- Habría que buscar un mecanismo que facilite el primer contrato que realicen los emprendedores, o incluso la contratación por parte de pymes y autónomos. Quizás sería interesante estudiar la posibilidad de una cotización progresiva, como existe una fiscalidad progresiva.
 
Hasta aquí distintas ideas sueltas. Para mí, la mejor combinación es la que permita contratos con salarios vinculados a la productividad; que facilite la contratación por parte de autónomos, emprendedores y pymes; que evite desigualdades laborales por motivos de género; y que permita de nuevo que los jóvenes puedan tener una cierta estabilidad en su carrera profesional. Todo ello sin menoscabo de la protección por desempleo y con una inversión adecuada en políticas activas de empleo rigurosas y eficaces.