Soy Claudia Jiménez, madre de dos niños de 8 y de 11 años de edad, que fueron sustraídos el pasado 1 y 2 de octubre de 2020 por su padre en Cuernavaca, Morelos. Después de más de siete meses en que no he podido ver a mis hijos y tampoco comunicarme ni saber nada sobre ellos, lo que pido a las autoridades es que me ayuden a mí, y a otras madres en esta misma situación, a reunirme con mis hijos. Que no sigan justificando estos actos solo porque quien los tiene es su progenitor. 

Y lanzo esta propuesta para tratar de modificar, con base en mi experiencia, y en la de tantas otras madres, la forma en la que las autoridades tratan casos como este: quisiera que se integre la violencia vicaria (se trata de aquella violencia ejercida contra los hijos para dañar a sus madres) dentro del código penal en México. Que se eduque al respecto, empezando con los funcionarios, porque creo que quienes trabajan en las instituciones de impartición de justicia, los ministerios públicos, y ese personal con el que tenemos contacto cuando levantamos una denuncia por sustracción de nuestros hijos, no tienen una comprensión del delito que están tratando ellos mismos.

Cuando nos arrebatan de esta forma a nuestros hijos, es, como ya lo han reflexionado antes otras mujeres, peor que un secuestro que hace un criminal, porque este secuestro proviene de alguien que te ama y en quien confías, y pienso que esto es la base de una sociedad totalmente desquiciada que entiende a la violencia como el único modo de resolución de conflictos. En México hace mucha falta la cultura de la paz yo espero que eso pueda ser integrado y también que se haga un tipo de protocolo en casos de sustracción o bien, que se homogeneice la ley, porque la ley cambia en cada Estado, y, porque demás, el código familiar cambia y hay que empezar de nuevo todos los procesos si los niños son llevados a otros estados.  

Para las mujeres que vivimos esto, es una especie de feminicidio simbólico. Es un crimen perfecto: nos matan frente a nuestros hijos, o nos matan a nuestros hijos, para nosotras es como dice la poeta de mi pueblo: “los desaparecidos son los muertos que caminan”. Y esto es muy doloroso y muy injusto.

Me parece que el personaje de La Llorona, aquí en nuestro país, es arquetípico y recrea muy bien la ridiculización en la que caen todas las madres que buscan a sus hijos. Eso da una idea de donde parte la idiosincrasia mexicana hacia el caso de los desaparecidos. En ese sentido creo que debe haber una campaña simbólica para que no se tolere tanta violencia. Y debería de haber una educación hacia tener noviazgos saludables antes de la reproducción. Y que las mujeres conozcan sus derechos sexuales y reproductivos. Porque en medio de todo eso hay muchísima violencia. 

He sido muy violentada durante muchos años por el padre de mis hijos, y considero que las autoridades deberían de velar por la seguridad física, psicológica y emocional de las niñas y niños que se quedan en manos de padres violentos. En este contexto, y con la firme convicción de tejer redes de apoyo entre madres que pasamos por esta situación, he recibido apoyo y acompañamiento del colectivo del que formo parte: Cam-Cai.

Por eso llamo a las y los políticos del Senado de la República para que tomen acciones que vayan en favor de las y los niños víctimas de sustracción por parte de uno de sus progenitores. Y en ese sentido, considero que todos podemos contribuir para lograrlo: si recolectamos 500 firmas en Osoigo, los representantes políticos en el Senado tendrán que dar una respuesta a mi pregunta. Y para que el mensaje llegue a más personas, pido que esta campaña se difunda por WhatsApp y en todas las redes sociales.

 ¡Muchas gracias!