Hola Eduardo,

la diferencia principal con la situación actual radicaría en los contenidos curriculares, que serían básicamente los mismos en toda España, con independencia de la lengua vehicular, es decir, los mismos contenidos en castellano, catalán, gallego y euskera o inglés, francés, alemán etc. Las CCAA tendrían un porcentaje menor del currículo a su disposición: yo creo que con un 5 - 7% del horario para contenidos autonómicos es suficiente. Con la LOMCE ese porcentaje llega al 40%, y si descontamos la gimnasia, la religión o su alternativa y la plástica, hasta el 60%. Es algo que no tiene ninguna justificación académica, porque las matemáticas, la historia o la biología son idénticas en cualquier lengua. Si no se acepta este principio, habrá razones para sospechar que se pretender utilizar la educación para cosas diferentes a enseñar matemáticas o historia y educar en valores y actitudes. En concreto para adoctrinar en nacionalismo, que es lo que ha pasado hasta ahora con absoluto descaro y lamentables consecuencias políticas y culturales.

Un currículo unificado tiene como consecuencia una segunda ventaja importante: facilitar la movilidad de escolares y profesorado por todo el territorio español.

En la actualidad, la existencia de 17 sistemas educativos y 11 leyes diferentes hace que un traslado familiar se complique cuando hay niños en edad escolar. En el País Vasco y Galicia ya es muy difícil elegir el castellano como lengua vehicular en un centro público para, por ejemplo, niños provenientes de Madrid o Andalucía, y en Cataluña es sencillamente imposible. Incluso entre CCAA sin lenguas cooficiales hay diferencias curriculares que significan barreras de acceso para niños de otras CCAA españolas. No está muy justificado, y en el caso de la libre elección de lengua vehicular es sencillamente imposible o muy difícil, cuando aprender en lengua materna, sobre todo en primaria, es un derecho básico y una necesidad educativa (reconocida por la UNESCO).

Por otra parte, el estilo de vida actual y las exigencias de la economía hacen que hoy sea muy habitual que familias jóvenes con niños deban cambiar de residencia por motivos laborales (y eso refirièndonos a los españoles, no digamos ya los emigrantes de terceros países). Hay que faclitar esa movilidad y la unificación del sistema escolar es, sin duda, un modo de hacerlo. No podemos seguir con un concepto de escuela localista del s. XIX, cuando la movilidad geográfica era rara o sólo para una emigración definitiva lejos del país natal. Es absurdo, y perjudica sobre todo a las familias con hijos, que deberían ser las más cuidadas por las políticas educativas, sanitarias, etc.

Favorecer la movilidad del profesorado también es importante. Permite optimizar los recursos humanos, compartir experiencias y abrir la mente a la realidad social y cultural de otras CCAA. El único límite para acceder a un puesto docente debería ser de cualificación. Por supuesto que para las asignaturas en catalán o euskera debe contratarse profesorado que domine perfectamente esas lenguas, pero no hay ninguna razón, de nuevo, para impedir el acceso de profesorado de otras CCAA (y otros países) a las bilingües que, en los centros escolares, a veces solo lo son de nombre porque se ha ido imponiendo el monolingüismo en una especie de revival del franquismo pedagógico.

Por lo demás, pensamos que esto puede conseguirse con una Ley de Educación única para toda España, que prevea un porcentaje suficiente de contenidos autonómicos y garantice la elección de lengua vehicular con el aprendizaje de la lengua cooficial que se ignore. Es importante que un escolar que estudie en catalán, con el español como asignatura, estudie básicamente lo mismo -con las lógicas diferencias en literatura y similares- que un escolar que estudia en castellano, sea en Cataluña (con el catalán como asignatura) o en otra comunidad.

No veo ninguna razón aceptable para oponerse a algo tan lógico, salvo el deseo indeseable de levantar fronteras en la educación. Es absurdo e injustificable que por una parte se trabaje en el Espacio Educativo Superior Europeo, para lograr que cualquier universitario pueda cursar esencialmente la misma carrera en cualquier país de la UE, y en España se haya destruido el espacio educativo común por la presión del nacionalismo y el localismo exacerbado.

Respecto a la gestión, es mejor que siga siendo competencia de las CCAA. No se trata de volver a un modelo centralista donde todo se decide en un Ministerio en Madrid o donde sea, porque es muy posible, por no decir seguro, que las CCAA y los Ayuntamientos conocerán mucho mejor las necesidades y problemas educativos de cada comunidad. Ellas deben decidir dónde se abre un centro escolar, cómo equiparlo, cómo reforzar sus medios para afrontar problemas locales, decidir si invierte en determinados programas propios, etc.

Pero el currículo escolar es mucho mejor que lo establezca una ley común que no pueda burlarse con leyes autonómicas o el puro incumplimiento. Algo parecido a lo que sucede con las leyes que regulan la energía o industria: una misma ley y gestión descentralizada cuando es más conveniente. Ya lo estamos haciendo a escala europea, con Directivas comunes para toda la UE. De lo que se trata es de algo bastante diferente a lo que había antes de 1978 (centralismo) y de lo que hay ahora (fronteras interiores): una sola Ley Educativa común para un sistema educativo descentralizado y abierto.