Pregunta para Senado
AstraZeneca, la vacuna contra la COVID-19 que se me impuso por ser docente, ha destrozado mi sistema nervioso, mi salud física y mental. Si el COVID persistente está reconocido, ¿por qué no las secuelas de sus dosis como accidente laboral?
Yo era la chica más sana y activa que conocía. Aun siendo profesora con niños pequeños, los resfriados los pasaba sin apenas síntomas, el médico de cabecera ni siquiera me conocía, y poseía la energía suficiente como para trabajar, estudiar, hacer deporte y bailar varias veces en semana… pero la salud de la Ana que yo era, con la pandemia desapareció, y no por las secuelas de la COVID 19, no, sino por las consecuencias de la vacuna AstraZeneca que, como trabajadora esencial, debía protegerme de la enfermedad. Esa medicación, con sus tres dosis, es la que me está matando en vida, la que me ha postrado en una silla de ruedas y reventando mi sistema nervioso. No soy la única,hay multitud de afectados invisibles, unidos en Asociaciones para dar voz a los “trabajadores esenciales afectados por esta vacuna”. A día de hoy, un colectivo desconocido por gran parte de la sociedad, y motivo que lanzo esta petición.
Para visibilizar, que al igual que la OMS ha reconocido a los afectados de COVID persistente como enfermos que experimenta fallos multiorgánicos o enfermedades autoinmunes, se reconozcan las secuelas, prácticamente idénticas, causadas por la vacunación con AstraZeneca. Esa medicación que nos fue impuesta por la profesión que desempeñábamos, y que por tanto debe ser reconocida como accidente laboral.
Y no, no soy una antivacunas, ni quiero una paguita para no trabajar. Me encantaría recuperar mi vida de antes, disfrutar como cualquier otra chica de mi edad, y por supuesto, estoy a favor de la vacunación para proteger la salud. Pero en este caso, si la propia compañía biofarmacéutica de AstraZeneca, reconoce que su vacuna contra la COVID-19 ha desencadenado el síndrome de trombosis con trombocitopenia, que sus efectos secundarios están reconocido por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), y hay sentencias europeas, y españolas que avalan los efectos dañinos de la medicación contra la salud… ¿Por qué los afectados tenemos que vernos obligados a acudir a los Tribunales para que se reconozca que estamos enfermos?, que la vacunación nos ha convertido en personas dependientes, y esto debe considerarse accidente laboral porque fuimos vacunados por la profesión esencial que desempeñábamos.
Yo, a día de hoy, tengo 15 diagnósticos y disautonomía. No hay ninguna parte de mi cuerpo que funcione bien sin dolor. Tengo molestias en la vista, el oído, me cuesta caminar, mi sistema digestivo no funciona, he llegado a vomitar comida podrida que llevaba días en el estómago sin ser digerida. La sensación de estar descomponiéndose por dentro… ¿acaso eso es vida?
Desde noviembre del 2023 he acudido a 37 consultas médicas porque nadie me toma en serio. Alegando que mis problemas de salud son causados por estrés, ansiedad, intolerancias… todo provocad por mí misma por mi actitud, cuando lo únicamente cierto es que toda esta situación, la incomprensión, el abandono médico, el miedo a ser juzgada, agrava aún más la falta de autoestima, llegando a plantearte si todo este sufrimiento merece la pena de verdad.
Mi neuróloga, que es pura empatía, ya me lo ha dicho. “Ana, milagros no podemos hacer por ti, tú no estás bien y lo tuyo es muy complejo”. Lo peor, es que no hay estudios médicos que investiguen las consecuencias de la vacuna, y esta falta de reconocimiento global, mengua en nuestro diagnóstico, aunque yo lo tenga reconocido en todos mis informes clínicos.
En verdad, muchos médicos me han dado la espalda, las amistades se han reducido al máximo porque salir con una silla de ruedas de ocio… parece ser un poco `coñazo´, y los comentarios de `peor es padecer otro tipo de enfermedades´ no ayudan para querer levantarse cada día cuando ni tu propio cuerpo responde a tus actos.
¿Cómo consigo entonces salir adelante? Porque si algo mantengo vivo de la Ana de antes, la de siempre, es su actitud luchadora y positiva. La de querer comenzar la jornada con una sonrisa, arreglándose, pintándose la raya de los ojos y poniéndose un potente carmín en los labios. El dolor sigue ahí escondido, pero si continuo también es por él, por mi pareja, mi principal apoyo, quien nunca me va a juzgar y siempre, en lo bueno y en lo malo está. ¡Te quiero amor!
Así, por el reconocimiento de todos los afectados por las secuelas de la vacuna AstraZeneca, y por su investigación, ¿me ayudas a ser escuchada con el apoyo y difusión a esta petición? Gracias