Mi historia es una historia que cuento y que me cuento basada en una “versión oficial”, una versión que en realidad es la única que tengo, la de gente que estuvo indirectamente involucrada en lo que sucedió en 1983, cuando una persona se acercó a la estación de ferrocarriles de Monterrey, en el estado de Nuevo León, y me abandonó ahí, en medio del ruido, del tren que transportaba migrantes hacia el norte y dejándome en una incertidumbre total sobre mi identidad. 

En este 2021 cumplo 20 años buscando a mi familia o cualquier pista que me diga quiénes son mis padres, de dónde vengo o a dónde pertenezco. Y esta tarea ha sido titánica.

Aquí, a veces uno solo, parece que rema todo el tiempo contra corriente. Tenía un año y medio, era un bebé apenas cuando sucedió todo en la estación del barrio de La Coyotera, en Monterrey. Esa versión oficial cuenta que un hombre se acercó a la estación conmigo y me “arrojó” a los brazos de otra persona que esperaba el tren sentado. Luego emprende la huida y me deja ahí. Aquella persona que presencia todo y que me recibe a la fuerza, me lleva con las autoridades, y después, la policía me traslada como “niño expósito”  al DIF (Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de las Familias) y estuve ahí durante 3 meses hasta que una familia me adoptó. 

De acuerdo con el Código Civil, se considera “expósito” al menor que es colocado en una situación de desamparo por quienes conforme a la ley estén obligados a su custodia, protección y cuidado y no pueda determinarse su origen. 

Lo curioso de todo eso y donde empiezan a surgirme muchas dudas, es el poco tiempo que estuve ahí, porque si uno quiere hacer un procedimiento correcto con un niño, la investigación nada más para buscar a la familia directa tardaría  al menos 6 meses. En ese tiempo, la policía o las autoridades se tendrían que dedicar a la búsqueda de cualquier indicio que me vinculara con las personas que me tenían a su cargo. Si no se encuentra a la familia se lleva a cabo un juicio y se dispone a llevar al menor a otra institución. ¿Qué quiere decir esto? Yo fui adoptado en tres meses, quiere decir que ni siquiera se buscó a mi familia. Y lo único que pienso es que, o  aquí hubo un tema de corrupción o realmente no me están contando lo que realmente pasó.

Mi búsqueda empezó en la hemeroteca, en donde no encontré ninguna nota periodística o alguna otra información que hablara sobre lo ocurrido. No hubo nada, no me boletinaron, no hicieron nada por buscar a mi familia y eso me hizo pensar que quizá fui robado. Pienso que igual y mi familia cree que yo morí. Y jamás me buscarán. En el DIF, los encargados del tema legal, del área de adopciones, me dijeron que los archivos de los niños de esas fechas se eliminaron. Ya no hay nada. No hay ni un solo registro de ese año. Que simplemente después de cierto tiempo se eliminaron todos los registros.

Durante este tiempo, mucha gente se ha acercado a mí, y me han ayudado a difundir mi testimonio. Pero políticos y autoridades nada. Yo tengo tres hijos, de 15, 16 y 13 años de edad, y solo quisiera que con todo lo que yo hago, aunque no encuentre a mi familia, contribuya a aportar algo positivo a esta sociedad. El país se está cayendo a pedazos y no quiero que mis hijos crezcan en lo que yo pronostico que será el futuro en México.

Es por eso que inicio esta campaña, dirigida a los representantes políticos del Senado de México, para que con su incidencia política y sus acciones me escuchen, me puedan ayudar a facilitarme el acceso a información, archivos, pruebas, instituciones. Quiero que tomen en cuenta mi testimonio y los de tantas otras personas que están en mi situación.

Por favor, ayúdame a firmar y a difundir esta campaña por todos tus grupos y contactos de WhatsApp y Redes Sociales. Si consigo 500 apoyos, esta pregunta llegará a políticos de distintos partidos del Senado de México, los cuales nos tendrán qué dar una respuesta en esta misma web.