Pregunta para Senado de Chile

¿Cuándo el Estado se centrará en el bienestar integral de las personas en lugar de promover soluciones rápidas y de bajo costo, pero poco eficientes en salud mental?

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Somos Claudio Reyes (Psicólogo clínico) y Nicolás Núñez (Psicólogo, Magíster en Neurociencia Social). Junto a Carlos Carrasco (Doctor en Biología Molecular, celular y Neurociencias; Asesor en Neurobiología), fundamos hace 5 años el Centro Terapéutico Origamis en Providencia, Región Metropolitana.

Nos hemos planteado el objetivo de acompañar a las personas en sus búsquedas de comprender la biología de sus emociones y experiencias internas, promoviendo el cuidado de su salud mental y la búsqueda de su máximo bienestar psicológico, emocional y social. A la vez, hemos buscado generar alternativas de acceso a servicios de salud mental de calidad, a través del diseño de tratamientos terapéuticos de bajo costo basados en la evidencia Neurocientífica del funcionamiento óptimo de nuestra mente y nuestro cuerpo. 

En Origamis, creemos que es posible cambiar el modelo dominante respecto a cómo se trata la salud mental hoy en día, el cual se centra en diagnosticar los síntomas con alguna etiqueta psiquiátrica, y garantizar accesos a tratamientos psicológicos muy generales, sin preocuparse del nivel de eficacia de estos mismos, niveles que suelen ser bastante bajos de acuerdo a lo que reportan los datos: Pese que la oferta programática y cobertura en salud mental ha aumentado considerablemente en nuestro país, el malestar psicológico de nuestra población está lejos de disminuir, y de hecho ha aumentado en la misma forma.

Pensamos que es necesario desarrollar una propuesta que aborde las problemáticas y desafíos en salud mental, que vaya en sintonía con la evidencia proveniente de investigaciones científicas que han explorado sistemáticamente las huellas cerebrales y los marcadores somáticos del bienestar y la salud en su nivel óptimo. En relación a ello, creemos necesario compartir evidencia sobre estrategias y prácticas que estimulan centros cerebrales asociados a estados de bienestar, y que permiten encontrar el alivio frente a situaciones estresantes, y trabajar en historias de trauma y dolor. Un enfoque de esta naturaleza permitiría al individuo resignificar experiencias dolorosas evitando la desconexión emocional y promoviendo la integración a través de estas prácticas y estrategias.

Lo que se ha avanzado en esta materia a nivel Estatal no es suficiente, menos en el contexto actual en medio de una pandemia que ha generado una serie de estresores adicionales a los que ya venían experimentando chilenas y chilenos en sus agotados estados de salud. La tensión financiera, los riesgos sanitarios, la fatiga derivada de los extensos períodos de confinamiento y la distancia y la inseguridad social, han configurado un escenario en el que mantener un equilibrio socio emocional es una verdadera hazaña. Al respecto compartimos un dato no menor: Según el Termómetro de Salud Mental en Chile, un estudio de la UC y la ACHS, el 47% de los encuestados reportó síntomas de depresión a fines de marzo de este año.

Hoy en día, lo que hay en subvención Estatal, incorpora tratamientos para las enfermedades incluidas en el Plan de Acceso Universal a Garantías Explícitas (AUGE): Esquizofrenia, Depresión, Consumo perjudicial o Dependencia de alcohol y drogas,  Trastorno Bipolar, Alzheimer y otras demencias.

Sin embargo, la efectividad con que se tratan estas enfermedades en el sistema público tiende a ser muy baja. Lo anterior principalmente a causa de falta de recursos en el sistema de salud, que se traduce en que quienes tratan estas complejas problemáticas, sean profesionales o equipos clínicos que no cuentan con la preparación o recursos necesarios para abordar patologías de alta complejidad, lo que implica que muchas veces no cuentan con las herramientas para abordar los casos de las personas más graves y vulnerables. Ejemplo de aquello es que los tiempos de espera para una atención psicológica en el sistema público a veces superan los 30 días, las sesiones son más cortas de lo que deberían (20-30 minutos cuando se recomienda en general 50 a 60 minutos), y hay ausencia de protocolos de tratamientos basados en la evidencia.

Por otra parte y respecto del sistema privado de salud, las Aseguradoras (Isapres) piden a los centros terapéuticos y sus profesionales, estar inscritos en sus nóminas para hacer efectivos los reembolsos a sus pacientes, dificultando con ello la utilización de estos beneficios para sus afiliados. Estos reembolsos, cuando se logran efectuar, no son equitativos y varían de acuerdo al género. Por ejemplo, en general a las mujeres les reembolsan mucho menos que a los hombres, limitando la cantidad de sesiones a las que pueden acceder con este beneficio. Algunos planes cubren apenas 6 sesiones, cuándo en general los programas terapéuticos se realizan con un mínimo de 8 sesiones, y un máximo indeterminado.

En definitiva, las condiciones en las que se pretende aliviar el malestar mental y emocional de nuestra población están lejos de ser las adecuadas. Los tratamientos están centrados en diagnosticar a las personas etiquetando sus malestares y paliando sus síntomas de la manera más rápida y barata posible, o que generalmente se traduce en un uso y abuso de fármacos u otras estrategias de regulación externa, que en ocasiones terminan provocando otros trastornos o malestares, o cronificando enfermedades. Por último podemos señalar que, no observamos esfuerzos en integrar programas modernos de tratamientos que incluyan, por ejemplo, una aproximación Neurocientífica al sufrimiento y sus huellas cerebrales, fisiológicas y experienciales. Hace falta una nueva salud mental que vaya en sintonía con la evidencia y el desarrollo de las nuevas tecnologías en la búsqueda del bienestar y el tratamiento del dolor.

Es por esto que nos dirigimos al Senado, para pedirles que modernicemos la forma de abordar la salud mental en Chile, porque es el momento de hacerlo y garantizar a las personas un apoyo real para su bienestar psicológico.

Para lograrlo necesitamos el apoyo de todas y todos ustedes, ya que, si conseguimos 500 apoyos, esta pregunta llegará a los senadores quienes nos tendrán que dar una respuesta en esta misma web.
 

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Pregunta dirigida a: Senado de Chile