Pregunta para Parlamento de Catalunya

Los trastornos de alimentación se pueden prevenir. Por ello la educación en la gestión de emociones es fundamental, ¿por qué no se hace prevención de los trastornos alimentarios desde la infancia en las aulas y en otras instituciones?

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Laura Albó Salellas Pregunta de Laura Albó Salellas

Soy Laura Albó Salellas especialista en Psicología de la alimentación. Comencé en Instagram en 2017 para compartir cómo me sentía y cuál era mi visión sobre la intervención psicológica de los Trastornos de Conducta Alimentaria. Me sentía sola porque venía de trabajar en una institución privada con un equipo interdisciplinar, era un centro de hospitalización 24 horas y sentía que no encajaba conmigo la manera de intervenir y enfocar el tratamiento. Empecé a trabajar a título individual, pero tenía la necesidad de compartir cómo era mi forma de trabajo y cómo me sentía. Mi perfil se ha ido profesionalizando cada vez más, pero estos fueron mis inicios.

Instagram es una red social donde se muestran imágenes, yo lo utilizo divulgar y crear contenido sobre psicología de la alimentación. Me siguen personas a quienes les ayuda ver este tipo de contenido porque ofrezco tips, herramientas, y abro muchas reflexiones ya que el hecho de tomar consciencia de nuestras dificultades es muy importante antes de dar otros pasos. También me siguen compañeras especializadas en trastornos de la conducta alimentaria, psicólogos en general y otros profesionales del sector.

Para mí es importante poder hacer esta labor divulgativa y preventiva en Instagram porque hay muchas influencers o cuentas en las que se proyectan una imagen de la persona que no se ajusta a la realidad. Es importante hacer limpieza y seguir aquellas cuentas que vemos que nos hacen bien. Seguir cuentas que utilizan imágenes retocadas o con filtros sin avisar, o que solo muestran fotografías con cuerpos calcados al ideal de belleza actual, nos hace construir una realidad en base a algo que puede ser perjudicial para nuestra salud física y mental.

Muchas de las personas que siguen a estos perfiles son adolescentes, preadolescentes o niños y niñas. Esto me da mucho miedo porque creo que muchas veces no somos conscientes del alcance y responsabilidad que tenemos, así como del daño que puede ocasionar seguir a este tipo de cuentas sin ningún tipo de filtro, educación o supervisión. La infancia y adolescencia son edades de máxima vulnerabilidad donde se está construyendo todavía la identidad y la autoestima. Se trata una edad muy delicada y las redes sociales pueden ser un arma de doble filo. Hay que explicar que en la realidad existen todo tipo de cuerpos, la realidad es diversa, pero si solo vemos un tipo de contenido idealizado, pensaremos que el resto no existe. Por eso insisto tanto en hacer este tipo de divulgación en mi perfil de Instagram, porque creo que aporta valor y es preventivo. 

Las personas a las que yo acompaño están en un abanico de entre 15 y 50 años. A raíz de la pandemia tuve muchas más llamadas de madres preocupadas por la salud mental y física de sus hijas adolescentes. He notado un incremento de estos casos desde el confinamiento.

Por todo esto, me gustaría pedir a los políticos del Parlamento de Catalunya que se comprometan a hacer prevención de los trastornos de conducta alimentaria en las aulas, así como en otras instituciones. Tenemos poca información sobre la gestión de emociones y la autoestima, y es algo que lo vamos a necesitar toda la vida desde que somos pequeños y pequeñas. Y no solamente educación en las aulas sino en otro tipo de instituciones. También es necesario poner más facilidades para el acceso a la salud mental, a veces resulta muy complicado. Con un acceso al alcance de todas las personas, muchos problemas no llegarían tan lejos. La educación emocional se puede utilizar como método de prevención de futuros trastornos. Cuando un caso llega a consulta ya no hay forma de hacer prevención primaria, si se hubiera hecho un trabajo previo, quizás no haría falta tanta intervención y el sistema saldría ganando porque la intervención es costosa. También me gustaría reivindicar más regulación en la publicidad engañosa porque es perjudicial para nuestra salud mental y un factor de riesgo para desarrollar trastornos alimentarios.

Me gustaría decirles a los familiares de víctimas con Trastornos en la Conducta Alimentaria que no están solos ni solas y animarlos a pedir ayuda si ven que la necesitan porque hay muchísimos profesionales que les pueden ayudar. Les recomendaría que les preguntasen a sus familiares cómo se sienten, porque muchas veces hay tanta incomprensión que es fácil entran en frustración y en buscar culpables. Los familiares y los seres queridos forman parte del tratamiento de una persona con un Trastorno Alimentario y es muy importante su predisposición a colaborar y a estar abiertos a lo que haya que hacer.

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